Del ejército a la libertad de las calles
El 'parkour' nació hace 20 años en Francia y tiene su origen en una disciplina militar, el 'Método de Georges Hébert'
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Impresionado por las habilidades atléticas de los indígenas africanos, George Hébert, oficial de la Armada Francesa antes de la Gran Guerra, decidió crear un método de entrenamiento basado únicamente en las posibilidades del cuerpo humano. Bautizó la disciplina como Método Natural y adoptó el lema Ser fuerte para ser útil. Décadas después, el joven David Belle aprendió la técnica de manos de su padre, bombero y militar, y decidió trasladarla a las calles de su ciudad natal, Lisses, creando una versión urbana: el actual parkour. El deportista se unió a otro traceur, Sébastien Foucan, y juntos difundieron el fenómeno por todo el mundo.
La palabra parkour deriva de la francesa parcour (recorrido), ya que la misión de los traceurs (trazadores) es marcar su camino a través de la ciudad. Los amantes de este arte urbano salvan los obstáculos que encuentran por la ciudad (vallas, muros, paredes...) de la forma más eficiente posible con la ayuda de brazos y piernas. Para ello, es necesario una gran preparación física y una agilidad felina (de ahí el nombre de algunos movimientos como el salto de gato). Los traceurs, ligeros y etéreos, escalan varias plantas de edificios, recorren paredes enteras o salvan alturas de varios metros. Como auténticos spidermans desafían al vértigo y danzan por encima de los tejados de las principales urbes.
Lejos de fomentar un espíritu competitivo, el parkour entraña una filosofía basada en la autosuperación convirtiéndose así en una forma de vida. El traceur no destroza el mobiliario, no molesta ni perturba el bienestar de sus paisanos, sólo sigue un camino, el que él mismo traza.
Por otro lado, el objetivo es salvar los obstáculos con rapidez y precisión, con el menor gasto de energía. Para evitar lesiones, en el contacto con el suelo es preciso repartir el peso del impacto por todo el cuerpo, procurando no apoyar los talones, que actúan como amortiguadores. Las rodillas han de flexionarse y la espalda tiene que estar ligeramente inclinada hacia delante. Las manos, por su parte, es preciso tenerlas preparadas para utilizarlas en cualquier momento.
En teoría, las acrobacias no formarían parte del parkour sino de una variante denominada free running (carrera libre), que entraría en conflicto con el anterior ya que, en lugar de primar la eficiencia y la rapidez, este método apostaría por la estética de los movimientos.
Parkour en el cine
En 2001, el afamado director galo Luc Besson decidió llevar al celuloide este fenómeno autóctono a través de un equipo de traceurs, los Yamakasi. Su filosofía es la libertad completa y la estética del movimiento. La cinta fue un auténtico éxito -años después salió la secuela -y con el paso del tiempo se ha convertido en un filme de culto para aquellos jóvenes que practican parkour.
Sin embargo, la presencia de este deporte urbano en la gran pantalla no se limita a esto, ya que los traceurs han aparecido en varias películas de éxito como Breaking and Entering, de Anthony Minghella o incluso Casino Royal, la última batalla del agente 007.
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