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Sexismo sin erotismo

Días después de que ocurriera la noticia en Cádiz, los medios nacionales se hicieron eco de la polémica del uniforme de las enfermeras en la clínica San Rafael. Como si de una película de Tinto Brass se tratara, la minifalda (en realidad una casta falda encima de unas blancas y relucientes medias) o el pantalón sanitario dio la vuelta a una España. ¿Sexys sanitarias en sanatorios gaditanos? ¿Regresa Pamela Anderson o la ajada Samanta Fox a cuidar de enfermos que sólo con verlas curan como Lázaro? Que no, que no, nuestros sueños más sugestivos, en esta ocasión, no se harán realidad si tenemos un constipado de más o un dolor en el costado.

FERNANDO PERALS
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No piensen encontrar actrices en nuestras matronas ni emuladores del realizador italiano en los galenos. El conflicto del uniforme es simplemente de estética, no de ética. Ni la clínica San Rafael ni ninguno de los centros sanitarios de la provincia se han convertido en estudios de cine X, aunque observando Tele 5, TVE- 1, Antena 3 o Cuatro así lo pareciere.

Se imaginan a una guardia civil, a una camarera o a una dependienta con patines de un gran centro comercial exigiendo pantalón y no una discreta y larga saya. El atuendo, sin ser distintivo de nada, está en el centro de la polémica. ¿Denigrante? ¿humillante? Habrá opiniones para todos los gustos, pero en realidad es más un problema laboral en el que el erotismo o el sexo apenas pintan nada.

Olvídense de querer agacharse para sugestionar su líbido, si no quieren sufrir un ataque de tortícolis por el esfuerzo o un merecido guantazo en pleno rostro por su incontinencia visual.