«Me he ganado a pulso el cartel de peleón; ahora no puedo renunciar a él»
A sus 54 años, la leyenda del rock español se presenta esta noche entre los moteros del Parque González Hontoria de Jerez para una noche mágica en la que comparte escenario con Barricada
Actualizado:El algún momento después de nacer, Rosendo Mercado (Madrid, 1954) sintió que la realidad rasca en la garganta y que es mejor mirarla de frente. Por eso debió hacerse músico de rock&roll en el Carabanchel donde se crió con grupos como Fresa, Ñu y los legendarios Leño. Ahora es él la leyenda. Tiene 54 años, la Medalla de las Bellas Artes, las mismas greñas y 17 muescas en el revólver de su discografía. La última, El endémico embustero y el incauto pertinaz. Esta noche, el gurú del rock español canta en el Parque González Hontoria de Jerez rodeado de moteros y junto a Barricada.
-El 4 de abril comienzan la gira Otra noche sin dormir con Barricada. ¿Esta noche hay aperitivo?
-Realmente no tendrá nada que ver porque son dos conciertos individuales. Haremos un repaso a muchos de nuestros discos, sobre todo al último.
-Miles de moteros... ¿Es un ambiente especial?
-Tuvimos una experiencia similar cuando tocamos en un gran premio de Montmeló. Tocar para moteros es otro mundo. Una gente especial, un ambiente muy particular, con mucha moto y ruido.
-¿Similitudes y diferencias entre Rosendo y los Rolling Stones?
-Ríe-. Lo único que nos une es que hacemos rock&roll y que yo siempre he sido mucho de los Rolling. Los he seguido mucho. Ojalá me pareciera más a ellos.
-Después de 37 años en la música ¿hay otras maneras de vivir?
-Bueno, esta profesión es como otra cualquiera. Soy un currante de la música todos los días y me voy ganando la vida. La única diferencia es que trabajas cuando los otros se divierten y que viajas mucho. Es decir, que vivo a contrapelo, pero es una profesión bastante normal. Por la edad... cuando eres más joven trasnochas más y haces más barbaridades. Ahora te vas asentando.
-¿Qué siente uno cuando su hijo da más guerra que él? ¿Es así?
-No sé si da más guerra que yo, pero sí que gasta más energía. Hacen reggae, jazz y funky, y desde luego, es menos aparatoso que lo que hago yo, aunque estén en plena efervescencia.
-¿Y la cabeza? ¿Las ideas que cantaba entonces cambian?
-Bueno, los temas son y eran cotidianos, nacían de la calle, del día a día. Eso no cambia, aunque ya tengo 54 años y a esa edad uno tiende a tranquilizarse. Todo se relaja un poco. De todas maneras, el rock&roll es una forma de denuncia, una pelea, un compromiso y eso no cambia: es la misma historia.
-¿Vamos a mejor o a peor?
-La sociedad ha ido a mejor, aunque esperábamos que fuese mucho más a mejor. La inmigración, las drogas, los malos tratos... Eso está peor que antes. Y eso que yo he vivido etapas muy grises...
La misma intención
-¿No le pesa a uno el cartel de peleón después de tantos años?
-Es que me lo he -y nos lo hemos- ganado a pulso y ahora no puedo renunciar a él. Siempre hemos dado la misma caña con las cosas que nos preocupan. Se relajan las formas, pero la intención es la misma a la hora de denunciar las cosas de la vida que fallan. Tenemos ganas de reír, pero la canción es un medio de comunicación, sirve para decir algo que sientes y que la persona que lo escucha se identifique con él. Es fundamental utilizar ese medio para decir algo con sentido.
-Después de una quincena de discos ¿Le queda algo por decir?
-Muchas cosas.
-¿Cuál es la última idea, la que no le haya dicho aún a nadie?
-No son necesariamente ideas. A veces apunto palabras en el ordenador. Tendría que mirarlo ahora.
(... ) La última ha sido Acémila. No sé por qué, pero me hizo gracia y la pillé para mí. La última expresión es rozando el esperpento. ¿Imagínate lo que puede salir de ahí!
-¿Hay próximo proyecto después de El endémico embustero y el incauto pertinaz o está en una etapa de reláx creativo?
-Queda la gira con barricada, Otra noche sin dormir, que comienza el 4 de abril en San Sebastián. Sí, más bien estoy en reláx creativo. Además me cuesta mucho y le temo a la escritura. Siempre lo dejo para el final porque paso una enfermedad cada vez que escribo una canción.
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