La productividad: un índice determinante del bienestar
Actualizado:La explicación de las diferencias abismales entre el nivel de vida en los países desarrollados y los que no lo son, puede sintetizarse en el concepto «productividad», lo que exige examinar los numerosos factores que la determinan. El análisis pretendido parte de la definición del término «productividad» como la cantidad de bienes y servicios que puede producir un trabajador en cada hora de trabajo y de la asimilación de dos conceptos: la renta de una economía es su producción. De tal forma que un país puede disfrutar de un elevado nivel de vida únicamente si puede producir una gran cantidad de bienes y servicios. Por lo tanto, para comprender las grandes diferencias de rentas entre países, hay que centrar la atención en la producción de bienes y servicios, o lo que es lo mismo, en el análisis de los factores que influyen y que son determinantes de la productividad.
Básicamente la productividad de un país depende de la interrelación de cuatro factores: 1º Capital físico. Factor de producción producido. 2º Capital humano. Los conocimientos y cualificaciones que adquieren los trabajadores por medio de la educación, la formación y la experiencia. 3º Los recursos naturales. Factores que intervienen en la producción de bienes y servicios que son aportados por la naturaleza. 4º Los conocimientos tecnológicos. La comprensión de las mejores formas de producción de bienes y servicios. El cambio tecnológico permite liberar tiempo y otros factores para producir otros bienes y servicios.
Sobre la base de los cuatro factores se construye la función de producción para describir la relación entre la cantidad de factores utilizados para producir y la cantidad de producción obtenida. Así, a los factores antes enumerados le adicionamos la cantidad de trabajo y obtenemos la producción total, que al ser dividida por el coste del trabajo, logramos la producción por trabajador. En esto consiste precisamente la productividad como la hemos descrito en su definición. Si circunscribimos nuestro análisis a España obtendremos las siguientes consecuencias y conclusiones:
1º. Capital físico. Unos de los desequilibrios más acusados de la economía española es la baja tasa de ahorro. El déficit de ahorro interno debe ser sufragado con ahorro externo, algo que en estos momentos de plena crisis internacional parece complicado. Tenemos uno de los mayores déficit exterior del mundo, de un 10% del PIB, y una deuda exterior que es dos veces el PIB, lo que se considera la mayor vulnerabilidad de la economía española. Estas previsiones de financiación son las que se contemplan a pesar de la moderación de la inversión en capital fijo. Si el capital fijo no crece y se renueva repercutirá negativamente en la tasa de productividad.
2º. Capital humano. Después del informe PISA poco se puede decir. La educación en España es un auténtico caos, donde prima el objetivo de la cantidad en lugar de la calidad. Mientras la educación no responda a los principios de esfuerzo, mérito y capacidad, poco por no decir nada, se podrá avanzar. En su conexión con la economía eso tiene que ver con mejoras en la formación profesional y en la educación, a todos los niveles (primarios, secundarios y universitarios) para que los trabajadores sean capaces de producir más con mejores conocimientos.
3º. Recursos naturales. El acceso a la energía es uno de los pilares del crecimiento económico. Las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía van por un continuo incremento de la demanda de todas las fuentes energéticas. Unos precios del petróleo y gas mayores, deberán proporcionar los incentivos adecuados para que Gobierno y empresas inviertan en energías alternativas, acelerando el cambio de modelo energético, hacia uno menos dependiente de los combustibles fósiles. A corto plazo es preciso relanzar la energía nuclear y mantener la tendencia expansiva de las renovables, que a fecha de hoy sólo pueden cumple mentar las fuentes clásicas energéticas.
4º. La tecnología. Nunca las autoridades españolas le han prestado la atención que precisa. A fin de desarrollar la capacidad de investigación e innovación de la economía, las autoridades deberán diseñar una estrategia de reforma exhaustiva cuyo objetivo debe ser mejorar la efectividad de la política de I+D e innovación. Para mejorar la productividad, los expertos aseguran que es necesario incrementar el gasto público en tecnología. Los avances, de momento, son escasos. Los últimos datos recogidos en el Informe Cotec 2006 sobre Tecnología e Innovación en España apuntan que el gasto en I+D se incrementó un 9% en 2005. Pese a todo, el esfuerzo español en este ámbito es todavía la mitad del que hacen países como Alemania o Francia.
5º. Cantidad de trabajo y coste del trabajo. La productividad laboral (cociente entre el aumento del PIB y el del empleo) creció sólo un 0,8% en 2006 según datos del INE. Esa pequeña subida se justifica con sectores como los servicios y la construcción en los que se registraron, incluso, tasas negativas, debido a la alta contratación de trabajadores poco cualificados. Los costes laborales deberán mantener su moderación y su evolución debe ir ligada a las mayores tasas de productividad que se produzcan en cada sector.
El lema del Gobierno saliente de legislar en cualquier caso con el consenso de empresarios y sindicatos, de poco ha servido a los intereses generales porque no se ha tomado ninguna medida de calado que pretenda hacer realmente competitiva a nuestra economía. El Gobierno tiene la responsabilidad de afrontar de inmediato reformas en profundidad que mejoren la productividad, lo contrario es una grave irresponsabilidad.