PAN Y CIRCO

Errores

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o malo, a mi juicio, no son las múltiples equivocaciones que la directiva, los técnicos y lo jugadores han cometido antes de que empezara la temporada y durante la primera vuelta, sino la ausencia de una autocrítica seria y rigurosa, y, en consecuencia, la reiteración, una y otra vez, de los mismos errores. No estoy de acuerdo con los críticos que afirman que el equipo no está suficientemente motivado. Estoy convencido de que estos profesionales son conscientes de las consecuencias negativas de esta situación para la entidad que les paga y para sus futuros personales. No dudo que el entrenador introduce los cambios que, a su juicio, son los más adecuados para mejorar el rendimiento. Por eso llego a la conclusión de que -con independencia de sus respectivos currículos- en la actualidad no saben o no pueden hacer mejor las cosas. Si no aciertan es, simplemente, porque los equipos adversarios son mejores. Al finalizar el partido contra Las Palmas, el consejero Martín José García afirmaba de manera clara que «los equipos contrarios también juegan», y Gustavo López no dudó al reconocer que habían jugado mal. A partir de esta situación los responsables se deberían preguntar qué se puede hacer para evitar consecuencias más lamentables. Ya no vale repetir que quedan muchos partidos ni, mucho menos, que, en cuanto se enlacen tres triunfos consecutivos, todo cambiará. Ni siquiera deberíamos conformarnos con que digan que "con el trabajo todo se consigue" porque cuanto más corran por un camino equivocado, más se alejarán de la meta. Por cierto, ¿dónde está la meta? ¿a qué puestos se refieren cuando dicen que pretenden quedar arriba? Quizás lo peor de esta situación es que ya nadie se siente desilusionado porque la ilusión se perdió demasiado pronto al comprobar la ineficacia de los delanteros y los permanentes huecos defensivos. Llevamos más de un años equivocándonos en los diagnósticos y, por eso, no se aplican las terapias adecuadas.