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La bandera

De las conmemoraciones efectuadas la semana pasada con motivo de la celebración de nuestra Constitución de Cádiz hubo una que para mí tuvo un especial significado, la colocación de la bandera española sobre un gran mástil en la Plaza de Sevilla. Desde mi infancia, he sentido un gran respeto por ella, sin duda heredada de mis antepasados, y recuerdo que cuando tenía dieciséis años falleció mi abuelo Joaquín Fernández-Repeto (alcalde de nuestra ciudad durante la segunda Republica en 1935).

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Entre otras cosas, que no vienen al caso, dejó escrito en sus últimas voluntades el deseo de que su cuerpo fuera envuelto en una bandera Española que hubiera estado enarbolada en el barco de los prácticos del puerto gaditano donde ejerció como titular. Con ello quería significar dos cosas: su devoción por la bandera Española y su amor por el mar que profesó durante su vida. Se cumplió su deseo y así recibió sepultura. Aquello me impactó y por ello nuestra bandera siempre tiene un especial significado para mí.

Siento pena al ver cómo, en general, no se la respeta ni se la aprecia como debe. Unos la ha utilizado con fines partidistas con lo que, poco a poco, la han degradado hasta el límite de que no se puede hacer uso de ella sin que te tachen de una filiación determinada. No es justo, la bandera Española es la que nuestra Constitución recoge en su artículo 4.1 y es «de todos los españoles».

Tiempo es ya de aparcar viejos conceptos y que todos sin excepción la reivindiquemos como nuestra. A otros, según que momentos, les ha convenido hacer oídos sordos y «por conveniencia política» la han relegado «por no levantar suspicacias». No debe ser así. Hay que recuperarla como símbolo de unidad Constitucional y por eso me parece muy bien que desde el pasado 19 de marzo ondee destacada en nuestra ciudad (a pesar de lo anecdótico de su izada).