lo que vale una vida
Qué profundo escalofrío recorre mi cuerpo cuando me asomo a la cruda realidad de estos últimos días y observo con espanto lo poco que para algunos vale una vida. Me resulta increíble concebir cómo hay quien se divierte con el dolor ajeno, y es capaz de infligir al prójimo las más horribles vejaciones sin que ni tan siquiera se le mueva una pestaña al hacerlo. El suceso de la joven torturada y quemada, la prematura muerte de Mariluz o el incesante chorreo de asesinatos de mujeres son sólo algunos de los ejemplos de cómo se degrada cada vez más la especie humana.
Actualizado: GuardarAnte las bestias que cometen tales atrocidades, yo no sabría por dónde empezar, de qué manera legislar e incluso si tratarlos o no como a iguales, pues en muchos de los casos me da la impresión de que carecen por completo de conciencia. No obstante, esto les eximiría de toda culpa, ya que al no distinguir entre el bien y el mal, parece que la responsabilidad se diluye. Sin embargo, y aquí entra el eterno debate de si la gente es de buena condición por naturaleza, yo creo que el que se divierte violando y mutilando a una chica sabe perfectamente lo que hace, sólo que le compensa porque piensa única y exclusivamente en satisfacer su deseo personal. ¿Y qué pasa entonces con los considerados enfermos? desde mi punto de vista, que les den medicinas a los que han contraído una enfermedad, o a los pobres de espíritu que no hacen daño a nadie. Para el resto, me pregunto cuál sería suficiente condena, y mis expectativas se convierten en poco halagüeñas teniendo en cuenta la sociedad condescendiente en la que vivimos, y un sistema que hace goteras por todas partes.