Lanzamiento de pértiga
No teman, no pienso hablarles de la bandera, ni siquiera de la metedura de pata de la oposición, que ha vuelto a perder una oportunidad de oro para estarse calladitos -bastante patético fue el episodio como para adobarlo con banderas blancayverdes- o reírse en la cara de los que nos tratan como a ciudadanos de Villar del Río. No teman, hay cosas que me preocupan más.
Actualizado:No creo que el descenso de público en las procesiones se deba a la masiva afluencia en los actos de la semana constitucional. No sólo lo creo, lo sé. Como también sé que nuestra Semana Santa ha dejado de ser nuestra para ser de los cuatro que dejan su rúbrica en los periódicos. ¿En qué momento nuestros penitentes se convirtieron en hermanos de fila? ¿Por qué hay que contar los centímetros entre las secciones como si fueran el cuerpo de voluntarios de Torrijos? ¿No se suponía que los cofrades salían a acompañar a sus titulares y no al contrario? ¿Desde cuándo unas esculturas que no llegan al cuarto de siglo se convierten en patrimonio de la Humanidad? ¿Por qué se valora más el trabajo del capataz que la imagen que portan? ¿Acaso la dignidad eclesiástica se mide por un disfraz? ¿Quién le ha dicho a todos los adolescentes de Cádiz que ser pertiguero es lo más? ¿Por qué se plantea una «crisis de capirote» cuando lo que hay es una crisis de fe? ¿Sabía usted lo que era una acólita hace cinco años? ¿Por qué les preocupa tanto el atuendo oscuro en los caballeros el Viernes Santo? ¿Por qué se evalúa el exorno -qué palabra- floral de los pasos con pasión botánica? ¿Qué interés hay en que se imparta educación cofrade en los colegios? ¿Desde cuándo hacer estación de penitencia -de penitencia, oigan- es hacer una contrarreloj para llegar el primero y recibir una loa del pertiguero?
No teman, no pienso hablarles de la bandera. Para catetadas hemos tenido una semana entera. Y no ha sido la constitucional.