El Gobierno iraquí y Al Sadr combaten por el control del petróleo de Basora
Decenas de muertos llenan las calles de la segunda ciudad del país pérsico tras el despliegue de treinta mil soldados
Actualizado: GuardarAl Sadr da más miedo que Al Qaeda. Tanto al Gobierno de Bagdad como al de Washington. El líder del sector radical de la comunidad chií se ha convertido en el enemigo a eliminar tanto para Nuri al Maliki como para George W. Bush. El joven clérigo, una vez perdida la batalla de la capital, se ha trasladado al sur, concretamente a Basora, territorio fácil de conquistar después de la retirada en diciembre del grueso de las tropas británicas y el enclaustramiento en sus cuarteles de los pocos soldados de su graciosa majestad que todavía quedan en el país pérsico.
En pocos meses Moqtada al Sadr y sus milicias del Ejército del Mahdi han erigido un virreinato en la principal plaza petrolífera iraquí, de donde cada día se embarcan 1,54 millones de barriles de crudo. Controlan todas las instalaciones portuarias, usadas para el contrabando de las extracciones y de las mercancías que llegan del exterior.
Es ese dominio económico de Al Sadr sobre la segunda ciudad del país lo que realmente ha motivado el operativo militar de 30.000 hombres y el toque de queda decretado y dirigido personalmente sobre el terreno por el primer ministro, Nuri al Maliki, y los titulares de Defensa e Interior. «El contrabando de petróleo, armas y drogas afecta al desarrollo económico de la región. La ciudad experimenta, además, una campaña brutal de grupos internos y externos que matan a personalidades del mundo científico, social y espiritual», justificaba ayer el líder del Ejecutivo.
Al Sadr respondió a través de la cadena de televisión Al Yasira que «parece un campaña de seguridad, pero la verdad es que se trata de una operación política». El clérigo amenaza con un revuelta social en todo el país y con quemar los pozos petrolíferos si el Ejército ataca a sus seguidores y rompe la tregua alcanzada entre ambas partes en agosto de 2007.
Cruenta madrugada
Pero nada parece parar ya el enfrentamiento entre el Ejército de Mahdi y el Consejo Supremo Islámico -también chií, pero de corte moderado- por el control de Basora y su provincia. Anoche era imposible concretar el número de víctimas mortales, pero el recuento de los hospitales había contabilizado ya una treintena de cadáveres, un cifra que, sin duda, quedará trasnochada tras la cruenta madrugada que se preveía.
Algunos analistas creen que la operación se circunscribe al último plan estratégico diseñado por Estados Unidos, cuyo vicepresidente, Richard Bruce Cheney, visitó el lunes Irak para entrevistarse con Al Maliki. Según las fuentes, a Washington le conviene que los chiíes se maten entre ellos para que finalmente se imponga el sector más manejable, el liderado por Abdelaziz al Hakim. Los supervivientes y una minoría de suníes depurados y domesticados constituirían el embrión de la futura sociedad institucional iraquí soñada. En ella, no hay sitio para el ayatolá Moqtada al Sadr.