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HONORES. Unos militares escoltan el cuerpo del mayor Rogers, fallecido en un atentado en Bagdad, durante su funeral en el cementerio de Arlington. / AFP
MUNDO

Estados Unidos llega a los 4.000 muertos en la guerra de Irak

Las pérdidas del Ejército norteamericano alcanzan una nueva cifra simbólica y fuerzan a los estadounidenses a poner cara a las víctimas

MERCEDES GALLEGO
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Lo habían conseguido. Los ataúdes con la bandera estadounidense habían desaparecido de las portadas que proclaman el éxito de la escalada de tropas en Irak. Ayer el caído número 4.000 devolvió los féretros a las pantallas de televisión y enfrentó al país de bruces con la realidad de una guerra que no amaina.

Ocurrió que mientras Bush y Cheney cantaban victoria por el quinto aniversario y presumían de la nobleza de su causa, los soldados estadounidenses seguían cayendo como moscas. Sólo el Domingo de Resurrección 60 personas perdían la vida en Irak bajo el estruendo de la metralla. Una bomba de carretera mataba a 15 soldados en Mosul y hería a 45. Un coche bomba en Bagdad mataba a cinco civiles iraquíes y hería a siete. En la misma capital, los helicópteros americanos mataban a tiros a 15 insurgente y herían a 17. Los morteros que apuntaban a la fortificada zona verde erraban el tiro y mataban a dos niños. Diyala, Baquba, Kerbala... la lista era tan interminable como la distancia que les separa de la paz.

La identidad del soldado 4.000 aún no se conocía, el Pentágono no tiene interés en ponerle cara al dolor de una madre, pero se sabía que su muerte había ocurrido a las diez de la noche -hora local-, junto con otros tres soldados de la División Multinacional de Bagdad, decía el comunicado oficial. No fue en un enfrentamiento con Al Qaeda, sino por la explosión una bomba casera como las que se han cobrado casi la mitad de las vidas estadounidenses caídas en Irak, según la organización icasualties.org, que lleva la cuenta.

Las recién entrenadas fuerzas de seguridad iraquíes se han apuntado ya el doble de bajas (8.037) que sus colegas americanos en cinco años, según Brookings Institution, pero nada como el baño de sangre que ha dejado la contienda en las calles del país, donde ni siquiera se logra contar a los muertos. La cifra puede estar en cualquier punto de entre los casi 90.000 que ha documentado con nombres y apellidos la organización Iraqbodycount.org al 1.200.000 que estimó en septiembre pasado la empresa británica de sondeos ORB. La mayoría ha sido enterrada en fosas comunes sin nombre, tras haber aparecido muertos en las calles sin identificación alguna.

Despedida en 'spanglish'

No son esos muertos sin nombre los que preocupan al Gobierno de Bush ni los que pasarán a la historia, sino los que hoy, por una marca estadística de números redondos, se colaron en la mesa del almuerzo de los estadounidenses, con todos sus miedos y pasiones.

«Hola, cariño. Si estás leyendo esto es que algo me ha pasado y lo siento mucho. Te prometí que volvería pero supongo que te hice una promesa que no podía cumplir (...). No puedo dejar de llorar mientras escribo esta carta, pero tenía que hablar contigo una última vez, porque probablemente la última vez que oí tu voz no sabía que era la última».

Ésa era la despedida póstuma del soldado R. R. a su novia Katy, parte de la larga lista de últimas palabras que recogía ayer The New York Times para revivir la memoria de los caídos. Y entre esos rostros, muchos hispanos: «Muah and hugs», se despedía de su esposa Juan Campos, en perfecto spanglish. «Tell mijo I'm proud of him too!» (Besos y abrazos, dile a mi hijo que yo también estoy orgulloso de él).

A través de esos últimos e-mails, de los mensajes dejados en portales como Myspace o Facebook, de los diarios íntimos guardados para no perder la cordura, los que se han acostumbrado a ver Irak como una guerra de políticos que ocurre muy lejos de su tierra se ven estos días obligados a enfrentarse con la realidad de las vidas perdidas.

A su manera, el cineasta Michael Moore dotaba de relieve a otros grandes olvidados, los heridos en combate, representados en su página web como una interminable hilera de monigotes negros que acababa en la cuenta del momento, actualizada al minuto: 29.451militares heridos en Irak.

Serán las cicatrices más duraderas de la guerra, los que sigan necesitando sillas de ruedas y asistencia del Gobierno cuando la guerra de Irak sea ya parte de los libros de historia. El avance técnico en los vehículos blindados, los cascos de kevlar y los chalecos con placas de cerámica han logrado que el índice de mortalidad baje del 20% de Vietnam al 9% actual.