Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
HEGEMONÍA. Raikkonen saluda tras lograr una contundente victoria. / REUTERS
Deportes/Mas-Deportes

Alonso ya no sale en la tele

El piloto español entrega las dos posiciones que ganó el día anterior en los despachos a Hamilton y Kovalainen, y suma un solitario punto Segundo abandono de Massa esta campaña por un fallo de conducción Tras la marcha de Jean Todt, se rumorea sobre la llegada de Vettel o Fernando Alonso

JOSÉ CARLOS CARABIAS EFE J. C. CARABIAS
Actualizado:

El artículo de consumo más telegénico de la última década, el deportista español con más poder de convocatoria desde el ciclista Miguel Indurain, ha dejado de ser visible. Fernando Alonso ya no sale en la tele. Las cámaras han decretado una realidad inapelable: ha desaparecido del plano.

En Malasia, su circuito fetiche, el tamiz que separa la paja del grano por la variedad de rectas, curvas, frenadas..., tampoco funcionó la sinergia entre el piloto y su coche. Sopla el viento en dirección única. No hay más contenido en el R28, el monoplaza del español. El finlandés Kimi Raikkonen se paseó en un desfile imperial en Sepang.

Un punto y gracias. En este tipo de relaciones a contrapelo, entre un soporte ilegible y un humano que desconfía de lo que tiene en sus manos, el resultado no puede mejorar por más que el entusiasmo no decaiga.

El R28 no va, en efecto, pero fue Alonso el que eligió ficha. Escogió este equipo, el talento de sus reconocidos ingenieros, su plataforma para inventar coches, sus enredos para entender los neumáticos, la química con Flavio Briatore, el estilo latino en su proceder.

Alonso pierde posiciones

Sucede que cuando el escepticismo se cruza en el camino, la ruta es más larga. Tal vez por ahí haya que entender cómo el asturiano efectuó una mala salida, la clave ayer de su afanosa remontada hasta el único punto del día.

Arrancó sin chispa y emprendió otra carrera en persecución. Mientras los Ferrari ponían pies en polvorosa y los BMW mostraban la sorda eficacia de un equipo en crecimiento, el español se desconectó de la carrera en el primer kilómetro

Hamilton lo adelantó. Hostigó a su ex compañero por fuera, amenazó su posición con un coche menos cargado de gasolina y avisó que si no era ahí, sería en la parte final de la vuelta. Alonso, con mucho peso en el depósito, concedió una bola extra a su enemigo. Entre el doble intento de sujetar a Hamilton y pasar a Webber, se desvió de la trazada, giró confuso hacia el exterior y entregó el botín que había conquistado el día anterior en los despachos. Kovalainen y Hamilton lo rebasaron.

Fin de la película porque todo quedó muy claro. Masticado para los incrédulos cuando, cuatro vueltas más tarde, veinte kilómetros de nada, Heidfeld, Coulthard y Alonso montaron un trío en paralelo en la recta de meta. Un BMW, un Red Bull y un Renault disparados en velocidad punta hacia el infinito depararon un desenlace previsible.

El BMW de Heidfeld se merendó a los otros dos sin levantar la ceja, a 303 kilómetros por hora. El Red Bull también dejó atrás al pobre R28, que se va a llevar todos los latigazos. Fernando Alonso sacó su chistera en el siguiente giro. Frenó más tarde, se abrió hacia fuera y rebasó a Coulthard como el balón que entra llorando.

Fuera otra vez

Noveno y todo prácticamente terminado, salvo que la ausencia del control de tracción entregase una nueva ración de jaleos varios. Sepang tiene otra estructura, formato Tilke, amplias avenidas y formidables escapatorias.

Y por ahí sólo se retrató Felipe Massa. Sin ayudas electrónicas, el brasileño, que partía desde la pole, volvió a enfurecer a los seguidores ferraristas de medio mundo. Segunda carrera y segundo abandono por un fallo de conducción. Gracias a eso, Alonso escaló al octavo puesto en el que acabó. Pero siempre invisible, lejos de la curiosidad del realizador que establece el foco de la televisión.

Ha cambiado la piel de las carreras. Robert Kubica elevó la estatura de BMW, un gigante con pies de plomo. Nunca ha dado zancadas más largas que sus piernas y los resultados llegan.

El piloto polaco terminó segundo detrás de Raikkonen en un mediodía muy consistente. Su vuelta a vuelta fue de lo mejor, un escalón por debajo del Ferrari número 1. Finlandia hace honor al informe PISA. Sus estudiantes son los mejor formados y sus pilotos no andan a la zaga. Dos carreras, dos pilotos, dos podios.

A Hamilton se le escapó el tercer puesto por un quítame allá la tuerca en su primera parada para repostar. Los habituales siete u ocho segundos se convirtieron en 19 porque la Fórmula 1 tiene más influencia humana de la que parece.

La cuenta corriente es el mejor aval de Fernando Alonso en la gira por el otro lado del mundo. El coche no carbura, pero él almacena seis puntos. Seis más que Felipe Massa, sólo cinco menos que Raikkonen y ocho por detrás de Lewis Hamilton, el jefe del certamen y el objetivo inconcluso del día. Los organizadores del Gran Premio de Malasia, que estudian la posibilidad de hacerla nocturna la próxima temporada, reconocen que no se podría haber disputado ayer, dado que a las ocho de la tarde, hora local (dos de la tarde en España) empezó a descargar una fuerte tormenta sobre el circuito que hubiese impedido la celebración del campeonato.

La lluvia será el peor enemigo de las carreras nocturnas, ya que la pista brillará con la iluminación y las columnas de agua levantadas por los coches reflejarían la luz de los focos, lo que haría imposible la conducción.

En cualquier caso, si la tormenta que descargó ayer a mediodía lo hubiera hecho por la mañana -como anunciaban algunos pronósticos-, la carrera se habría tenido que neutralizar tras el coche de seguridad, debido a la cantidad acumulada en el asfalto, como ocurrió el año pasado en el Gran Premio de Japón. Las tormentas en esta zona resultan muy frecuentes, especialmente en horas de la tarde-noche y de los tres días del gran premio de este año, el viernes y ayer llovió torrencialmente a la hora de los posibles entrenamientos y de la carrera.

La primera carrera nocturna de Fórmula 1 está prevista que se dispute del 26 al 28 de septiembre en Singapur, a unos 300 kilómetros al sur del circuito de Sepang, y las tormentas pueden dar al traste con este horario, al margen de los problemas que la lluvia podría causar en los generadores de luz. «Massa, masacrado», tintineaban proféticos los periodistas italianos, inconfundibles en su tono, en su estilo para preguntar, en sus rituales tribales. El segundo abandono del brasileño en la segunda carrera de la temporada dejó un sabor agridulce en Ferrari, un Madrid o un Barcelona en el que no cabe la posibilidad de la derrota. Ganó Kimi Raikkonen, el vigente campeón, pero en la guarida de los italianos el nombre de Massa corría de boca en boca.

En su proceso de italianización, Ferrari sustituyó este curso al incombustible francés Jean Todt por Stefano Domenicali, un ingeniero que llegó a la casa en 1991 y ha escalado hasta su posición actual. Jefe de operaciones, el Briatore de Ferrari. Domenicali ha implantado un nuevo estilo. Menos volcánico, más templado en su vocabulario.

Fantasía latina

Ferrari agrupa toda la fantasía latina, el grado de calor que aportan los aficionados italianos a un icono que es tan grande o más que la Juventus o el Milan. Ferrari amaneció en el Mundial de Fórmula 1 2008 como un elefante en una cacharrería. Todos por los suelos. Raikkonen y Massa abandonaron en la ratificación de los problemas de fiabilidad que había mostrado el coche en los entrenamientos invernales.

Domenicali llamó a la calma. Dijo que había más días que longanizas, que Ferrari restañaría las heridas de un comienzo tan calamitoso. Ayer explicó su mensaje en una frase: «No éramos coches de caballos en Australia y no somos ahora unos fenómenos». Igualmente pidió cautela con el éxito de su finlandés volador. «Felicidades a Kimi, lo sentimos por Felipe, pero el equipo es consciente de que tenemos mucho que mejorar».

Las cuitas en Ferrari pertenecen a las de una gran familia, a la vista de todos. Se marchó Jean Todt y, de repente, la posición de Massa quedó debilitada no se sabe muy bien por qué. Su agente es el hijo de Todt y en los últimos días ha corrido como la pólvora el rumor de que se ha interesado por el joven alemán Sebastien Vettel, ocupante de un Toro Rosso con motor Ferrari. También la eterna disyuntiva de Alonso.

Massa estaba ayer con la moral por los suelos: «Obviamente está resultando un muy complicado comienzo de temporada para mí, pero mi esperanza es que queda un largo camino por delante».

Raikkonen, intransferible siempre, proporcionó el año pasado en esta gira una de las frases del año. Ganó en Australia a Alonso en su debut con McLaren, al impetuoso Hamilton que se estrenaba, y soltó por esa boquita un «me he aburrido conduciendo».