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El artesano del torno
José Gil Montes de Oca, de 72 años, hace canillas de barril y canastas de mimbre desde niño, un oficio que heredó de su padre
Actualizado: GuardarEn la tornería de la calle San Antonio Abad, en pleno corazón de El Pópulo, bajo un penetrante olor a madera húmeda y saboreando una botella de manzanilla, José Gil Montes de Oca, realiza canillas de barril. Un oficio ancestral que heredó de su padre en su localidad natal de Alcalá de los Gazules. «Cada hora me hago una. Es un entretenimiento que tengo para pasar el rato. Yo ya este negocio lo he dejado porque estoy jubilado», admite con cierta nostalgia mientras pone en marcha el torno y se dispone a hacer otra.
Alrededor canillas de todos los tamaños, -«para barriles de cuatro, ocho y 32 litros (dos arrobas)»- hechas con madera color caoba que este tornero de 72 años de edad denomina «sangre de doncella» por su gran calidad.
La parte superior del inmueble está abarrotada de potros para colocar barriles, los cuáles han sido comprados por este artesano de la madera para «luego venderlos», detalla. Y agrega: «Esos llevan ahí apilados mucho tiempo. Ahora la gente no bebe vino de garrafa y anisado como antes. Los jóvenes han cambiado las costumbres y prefieren tomarse copas de marca en los bares», lamenta mientras prosigue con su menester.
Desde muy joven José Gil Montes de Oca dejó su tierra natal y vino a Cádiz para ganar más dinero. «Aquella era una buena época porque todo el mundo compraba canillas. Hoy las grandes superficies han acabado con todas las tradiciones, hasta la del buen beber», dice al tiempo que sirve otro vaso de manzanilla. El lado negativo de aquellos años en el Pópulo eran las prostitutas y la droga. «Recuerdo que por esta calle (San Antonio Abad) caminaban de arriba a bajo las mujeres de mala vida. Yo cerraba el establecimiento porque en varias ocasiones se me metieron dentro», dice con una pícara sonrisa.
Trabajos de mimbre
José Gil Montes de Oca también hace trabajos de mimbre, como canastas y adornos. Algunos los regala a sus amigos y otros los vende. «El oficio de artesano lo llevo en la sangre, es mi vida y no pasa un sólo día sin que no haga algo», concluye.
jmvillasante@lavozdigital.es