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Cartas

Pecado ambiental

Un mensaje eclesial rezumba últimamente en nuestros oídos: «No contaminarás» ni «acumularás excesiva riqueza» (entre otros destacados noes). Como si el Vaticano se hubiese puesto a estudiar economía ecológica. En Las nuevas formas del pecado social (L'Osservatore Romano, 10-3-08) se establecen dos nuevas ofensas paralelas a Dios: contaminar y acumular riqueza «hasta límites obscenos» son pecado. No recuerdo haber estado nunca muy de acuerdo con el Vaticano, pero esta vez sí. Los análisis del metabolismo social de la «clase consumidora mundial» -como la denomina el Worldwatch Institute- indican que, aunque nos autoengañemos con campañas publicitarias que maquillan actividades sobrecontaminantes, aunque deslocalicemos nuestros residuos a países del Sur o comarcas alejadas de nuestra vista, o pongamos toda nuestra fe en la tecnología que lo arreglará todo, los ricos solemos contaminar y lo hacemos cada vez más rápido.

David Llistar.
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Pero la peor noticia es que parece que los ricos, como un fórmula 1 con el neumático pinchado, estamos fuera de control y vamos a llevarnos por delante no sólo a nosotros mismos, los conductores, sino también al público empobrecido que puebla el planeta y observa. Así es que hasta el Vaticano, institución conservadora donde las haya, ha reaccionado sobre este asunto. Aunque me quedan dudas: ¿Podremos por fin señalar a los conductores de 4x4 como pecadores ambientales? ¿Y a los de la lista Forbes de los más ricos del mundo como demonios ecológicos?