Meditación en Doñana
El coto de Doñana es un espacio del planeta donde a los animales se les ofrece un ambiente de Arcadia feliz, con alimentación y supervivencia aseguradas. Y en casos excepcionales, con reproducción asistida. El presidente en funciones descansa allí del tenso pasado y medita sobre el inminente futuro, que se iniciará ya entrado el mes de abril. Zapatero delega en su partido el tanteo de acuerdos con otras fuerzas políticas de volumen menor para su investidura parlamentaria a la primera, es decir, por mayoría absoluta, pero ofreciendo gratitud muy a la baja. De ahí que los nacionalismos históricos, que no aceptan negociar en épocas de rebajas, esperen al regreso del presidente a La Moncloa, a ver si ofrece un pacto de legislatura sustancioso.
Actualizado: GuardarZP echa cuentas en Doñana y ve que con los diputados del BNG y los cinco del grupo que acabarán formando IU y ERC, para no integrarse en el mixto, le bastan para la mayoría absoluta. Pero el presidente no quiere en esta legislatura que oscurezca la claridad de su mensaje el apoyo de siglas espectacularmente vapuleadas en las urnas del 9-M, y piensa circular cómodamente apoyándose en los andariveles que le brinden el BNG y el PNV. Con el nacionalismo democrático vasco son tan variadas y serias las cuestiones a consensuar que su voto favorable a la investidura no sería resultado de una negociación urgente y minuciosa. Zapatero ha sugerido varias veces que una de sus prioridades sería la de llegar a un entendimiento con el PNV sobre el muestrario de problemas que ofrece Euskadi y sobre los que Euskadi plantea al resto de España.
Las pesimistas advertencias del director del FMI sobre el supuesto/real agravamiento de la crisis económica se meditan en Doñana desde la perspectiva de que el vicepresidente Solbes tiene ya las llaves del dinero, no tanto para aumentar los gastos sociales como para reducir los efectos negativos de lo que todavía puede llamarse en España desaceleración. Pero a nadie le pilla de sorpresa que el horizonte del PIB se oscurezca un poco, pues ya advirtió Solbes, que tal vez haya que echar mano del superávit público si la desaceleración en el sector inmobiliario se agravase. Pero quedan reservas en la despensa de Hacienda para entretener el estómago de la macroeconomía en unos meses de decaimiento económico.