EXULTANTE. Ma Ying-jeou celebra su triunfo junto a su esposa Chou Mei-Ching en la sede de su partido en Taipei. / AFP
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Taiwán da un respiro a China

La victoria del candidato cercano al gigante asiático pone fin a ocho años de presidencia de los independentistas en la isla

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Cambio de gobierno en Taiwán. Al final, la economía se impuso al voto del miedo al régimen comunista de Pekín, espoleado estos días por la brutal represión en el Tíbet. Los taiwaneses, como buenos chinos que en realidad son aunque les pese a muchos de ellos, se decantaron en las elecciones presidenciales de ayer por Ma Ying-jeou, el candidato del Koumintang que apuesta por mejorar las relaciones con el gigante asiático.

Después de ocho años de gobierno del presidente Chen Shui-bian, quien ha provocado constantes encontronazos con China por sus proclamas independentistas, el electorado taiwanés dio la espalda a Frank Hsieh, el aspirante del Partido Demócrata Progresista (PDP), hasta ahora en el poder.

Ma Ying-jeou obtuvo el 58% de los votos, mientras que Hsieh tuvo que conformarse con el 42%. Esta es la ventaja más amplia en las reñidas elecciones de la joven democracia taiwanesa, cuya sociedad está dividida entre los que quieren acercarse a China y quienes apoyan la independencia.

Desde el final de la guerra civil en 1949, esta isla de 23 millones de habitantes permanece separada de China y cuenta con su propio Gobierno y Parlamento, pero el régimen comunista reclama su soberanía y sólo es reconocida por 23 estados de todo el mundo. Debido a este aislamiento internacional y a la imparable emergencia del gigante asiático, Taiwán, que es la decimoséptima economía del mundo y lidera sectores de alta tecnología como los chips, semiconductores y pantallas de LCD, ha visto cómo se estancaba el crecimiento que en los 70 y 80 la llevó a ser uno de los 'tigres asiáticos'.

Tratado de paz

Para frenar este deterioro, el ya presidente electo ha apostado por mejorar las relaciones con China con el propósito de beneficiarse de su progreso e impulsar así la economía local. Entre las promesas de Ma destacan el objetivo de constituir un «mercado común» con China, la firma de un tratado de paz para desmilitarizar el Estrecho de Formosa y el fomento de las relaciones culturales y comerciales, poniendo en marcha vuelos directos entre ambas partes y permitiendo que 3.000 turistas chinos al día puedan viajar a Taiwán para relanzar la economía.

«Buscaré el compromiso con el continente en muchos asuntos, pero protegeré la identidad y seguridad de Taiwán», proclamó victorioso Ma Ying-jeou ante sus seguidores frente a la sede de su partido en Taipei. Ante un mar de banderas taiwanesas y en medio de una estruendosa sinfonía de bocinas y fuegos artificiales, el presidente electo prometió, desde detrás de una urna blindada por miedo a un atentado, «una buena economía en lugar de una que languidezca, un gobierno limpio en vez de uno corrupto y paz en lugar de enfrentamiento».

Por su parte, el candidato gubernamental, Frank Hsieh, reconoció que la derrota había sido su fracaso personal, pero abogó por «seguir luchando para que no se extinga la llama de la democracia».

Además de perder estos comicios, el PDP ha visto cómo el electorado daba la espalda a un referéndum para intentar ingresar en la ONU bajo el nombre de Taiwán, y no con la denominación oficial de República de China. Dicha iniciativa había sido criticada por el régimen comunista de Pekín al considerarla el primer paso hacia la independencia, pero las dos consultas planteadas han sido anuladas por falta de participación porque apenas han despertado el interés del 36% de los votantes.

Otro ejemplo más de que los taiwaneses quieren mejorar sus relaciones con China y de que la coalición verde del PDP ha fracasado en su intento por aprovechar la represión tras la revuelta tibetana para hacer paralelismos con la isla. Tras hacerse en enero con la mayoría del Parlamento y ahora con la presidencia, el Koumintang tiene las manos libres para acercar la 'isla rebelde' de Taiwán a China y avanzar hacia una hipotética reunificación en un futuro que, todavía, se ve bastante lejano.