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ATENTA. Hillary Clinton escucha una pregunta en un acto. / REUTERS
MUNDO

Obama, Clinton y McCain piden que se investigue el espionaje de sus pasaportes

La campaña presidencial de Estados Unidos se ha visto salpicada de nuevo por el escándalo. En esta ocasión no se trata de un lío de faldas, sino de la intromisión en su intimidad a la que se han visto sometidos los tres candidatos a la Casa Blanca. Las infracciones se produjeron en la Oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado, donde varios empleados sucumbieron al pecado y fisgaron sin autorización los archivos de los pasaportes de los tres aspirantes presidenciales.

I. GÓMEZ
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El primer incidente que saltó a la luz tuvo como protagonista a Barack Obama. Hasta en tres ocasiones violaron su derecho a la intimidad y cotillearon en sus documentos. Nada más conocerse los graves hechos, el Departamento de Estado no dudó en despedir a dos funcionarios y tomar medidas disciplinarias contra un tercero.

Archivos chivatos

Pero la polémica ya estaba desatada. Un indignado Obama reclamaba respeto y pedía llegar al meollo del asunto. «Lo ocurrido es profundamente alarmante. Me ha llamado Condoleezza Rice para pedirme disculpas y se las he agradecido, pero también le indiqué que esto debe ser investigado con diligencia».

A raíz del incidente con el senador de Illinois, el Gobierno inició una investigación más amplia para averiguar si también se había husmeado en los documentos de otros candidatos. Sus sospechas dieron en el blanco. Uno de los involucrados en el espionaje del pasaporte del aspirante afroamericano también había escrutado, a principios de año, los datos de McCain.

La tercera en discordia es Clinton. A un empleado en prácticas no se le ocurrió mejor idea que introducir en el sistema el nombre de la ex primera dama. Lo que no imaginaría este becario es que los archivos de alto perfil son marcados con una alerta electrónica, de manera que los supervisores se dan cuenta si alguien accede a ellos. Todo este follón de curiosear en los pasaportes de los candidatos ha desatado la alarma sobre el correcto funcionamiento del sistema. El portavoz del departamento de Estado, McCormack, se mostró convencido de la calidad de este control, aunque admitió que no era «perfecto».