Los petrodólares vuelven a España
La alianza de la empresa de ingeniería Sener con el emirato de Abu Dhabi es un ejemplo de la recuperación de la confianza. Tras la mala experiencia de KIO se había consolidado el alejamiento
Actualizado: GuardarLA decisión del emirato de Abu Dhabi de invertir algunos cientos de millones de euros en una compañía conjunta con la ingeniería española Sener para explotar una novedosa tecnología de producción de electricidad a partir del sol no es un hecho aislado, sino uno de los icebergs visibles de una estrategia de retorno de los petrodólares a España. La debilidad del dólar y la necesidad de diversificar las inversiones son, entre otras, las razones que impulsan a los países árabes ricos a fijarse en Europa como destino de sus ahorros.
El capital árabe llevaba algunos años muy alejado de España, y quizá no le faltaban buenas razones para ello. La nefasta experiencia de KIO, una de las sociedades que gestionaban a mediados de los 80 y principios de los 90 los fondos soberanos de Kuwait, había conseguido enturbiar la imagen del país que muchos jeques habían elegido también para veranear. «La mejor estrategia es no tener estrategia», decía entonces uno de los principales responsables de la gestión de KIO, justo en el momento en que ponían sus pies en España para adquirir un porcentaje significativo del Banco de Vizcaya. Una operación que desharía la propia entidad financiera, mediante la compra de las acciones para la autocartera, con pingües plusvalías para los árabes y que no haría sino incentivar el ánimo de buscar más y más beneficios.
Desde entonces hasta esta nueva etapa de rentrée de los petrodólares en España, han cambiado algunas cosas. La principal, que los árabes ya se mueven solos y no utilizan intermediarios de postín, como fue el caso de Javier de la Rosa, que hizo de facilitador de los intereses de KIO y se convirtió también en la plasmación de que los ricos no sólo pueden llorar sino también acabar con sus huesos en la cárcel. Ahora gestionan directamente sus intereses, porque han conseguido crear equipos muy potentes. Además de dinero, las poderosas familias del desierto tienen ya a muchos de sus jóvenes cachorros formados en universidades norteamericanas y británicas y los han cargado de másteres en administración de empresas.
Pobres
Las cifras de los últimos años demuestran el desinterés del capital árabe por España. En el periodo que va de 2003 a 2007, las inversiones directas de Arabia Saudita apenas si superaron los 18 millones de euros; Kuwait rebasó ligeramente los 20 millones y los Emiratos Árabes Unidos tan sólo invirtieron 13 millones. Las cifras, con ser significativas, no permiten tener una idea completa y real de los flujos económicos entre estos estados y España, ya que muchos de ellos utilizan desde hace años sociedades constituidas en Europa -principalmente en el Reino Unido- como plataformas para sus posteriores intervenciones en el resto de los países de la Unión. Así, inversiones en nuestro país que nominalmente pueden figurar como procedentes de Inglaterra o incluso Francia, en algunos casos responden realmente a decisiones adoptadas en el desierto, al pie mismo de los pozos de petróleo.
Esas pobres cifras de los últimos años permiten valorar que la inversión anunciada por Dubai en la compra de algo más del 50% de la compañía inmobiliaria Colonial -en las últimas horas aparentemente frustrada-, o el caso más cercano de la constitución de la empresa Torresol por parte del emirato de Abu Dhabi en sociedad con Sener, son especialmente importantes. En los próximos cinco años, Masdar, la sociedad que utilizará este emirato para intervenir en el proyecto de energía solar, inyectará no menos de 200 millones de euros en los fondos propios de la sociedad que tendrá su sede en Vizcaya. Tan sólo esta operación hará que las estadísticas de inversión árabe en España salten por los aires. El rescate del Aresbank por parte de fondos libios o las inversiones de Orascom, el gigante del cemento egipcio, son algunos de los antecedentes más cercanos de esta nueva tendencia de reflujo del capital árabe.
¿Y qué le mueve en estos momentos? Pues lo mismo que ha movido al capital, por los siglos de los siglos, cualquiera que sea su procedencia: la búsqueda de una rentabilidad adecuada, para un dinero que forma parte de una especie de fondo de pensiones. Es parte de los beneficios que han obtenido con la explotación del monocultivo del petróleo, son sus ahorros y tienen que ser, en el futuro, la fuentes sobre la que se asiente su riqueza cuando flaqueen las reservas del oro negro.
Energías alternativas
El proyecto de Sener es un buen ejemplo de lo que buscan. Proyectos de alto riesgo -que pueden resultar desastrosos pero también un gran éxito-, en sectores nada maduros y que se encuentren en pleno proceso de nacimiento y también ligados al mundo de la energía. Si Kodak o Polaroid han tenido que abandonar las sales de plata y volver la vista hacia la fotografía digital para subsistir, también es lógico que los países árabes piensen en montarse en los trenes de las nuevas energías alternativas. Y ello aunque todavía hoy sean una competencia pura y dura del petróleo, su principal fuentes de ingresos.
Torresol es también una imagen perfecta para representar el tipo de matrimonio que ellos buscan. Los países árabes tienen dinero pero no industria y, por tanto, carecen de tecnología y de posibilidades de desarrollarla con medios autóctonos. En este caso, la ingeniería vasca pondrá en manos de la sociedad conjunta la tecnología de explotación de la energía solar -para transformarla en electricidad-, que habían desarrollado durante años, aunque tan sólo con carácter experimental. Abu Dhabi, por su parte, pondrá buena parte del dinero necesario para convertir eso en un buen negocio.