Réquiem por la botella
Mi eterna obsesión por la botella llega a un nuevo capítulo. En esta ocasión no es figurado, aunque también tiene sus pinceladas de comparaciones, sino más bien real y hace referencia, como siempre, a los debates que se suscitan cuando el recipiente está medio lleno o medio vacío.
Actualizado: GuardarEl caso que nos ocupa es el de la famosa botella que se arrojó desde la grada del Manuel Ruiz de Lopera el pasado sábado y que impactó contra el guardameta del Athletic Armando. El gesto salvaje denota varias cosas: en primer lugar algo ocurre en el seno de la entidad propietaria del campo porque no es muy normal que en poco más de un año se hayan producido dos incidentes tan similares. Falla la seguridad o lo que sea, pero no es de recibo. En segundo lugar es cierto que no se puede generalizar. La afición que acude al estadio de la carretera de Cádiz no puede ser vilipendiada por el gesto espontáneo y deleznable de un desequilibrado. Hasta ahí de acuerdo. Aunque no es normal que se hable de persecución y que se quiera meter a Ángel María Villar en toda esta historia. Al equipo verdiblanco le ha pasado lo que a casi todo hijo de vecino: si una vez te equivocas te sancionan y si te pasa una segunda vez lo normal es que las medidas sean todavía más duras.
De todas maneras esta última reflexión también merece una consideración. Un acto despreciable lo es siempre sea quien sea el agresor y sea quien sea el agredido. Si hace un año el encuentro no se dio por finalizado porque ahora sí se hace. Por eso en la entidad heliopolitana hay algunos que están viendo la botella según les conviene. Hace un año ni rechistaron y ahora ponen el grito en el cielo. Y en realidad el castigo admite consideraciones tanto en aquella ocasión como en esta.