Cultura

Un calvario para un 'sir'

Arthur C. Clarke vivió sus momentos más amargos cuando iba a disfrutar de los más felices. En febrero de 1988, poco antes de ser investido caballero, el sensacionalista The Sunday Mirror le acusó de haber pagado a menores de edad para mantener relaciones sexuales. El escritor, en silla de ruedas desde hace años por el síndrome post polio, lo desmintió y fue nombrado sir, pero el borrón quedó ahí. Con fama de egocéntrico, había vivido un fugaz matrimonio entre junio y diciembre de 1953, y nunca se había arrepentido de no dejar descendencia. Al contrario, consideraba, orgulloso, que sus libros eran sus hijos.

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Con la muerte del padre de HAL 9000 -el ordenador asesino de 2001: una odisea del espacio-, desaparece el último de los tres grandes de la ciencia ficción, los autores favoritos de los aficionados durante décadas: Isaac Asimov, Robert Heinlein y Arthur C. Clarke. Tres visionarios que, como otros, se dedicaron a idear situaciones que pueden ser increíbles, pero a algunas de las cuales ya se enfrenta el hombre del siglo XXI.