CONTRACRÓNICA

Problemas, cuanto antes

A la vista de las dos etapas del desfile histórico para conmemorar La Pepa, que comenzó el sábado y culminó parcialmente ayer hasta que la lluvia lo permitió, la conclusión más esperanzadora que cabe sacar es que hay tiempo. Los problemas resultan mucho más llevaderos cuando aparecen cuanto antes, con margen para mejorar, con plazo para superarlos. Ayer, todo estaba en contra. Jornada laborable, con la Semana Santa mediada y, para colmo, con la insistente presencia de la lluvia que tanto se añora. Las sensaciones eran complejas a la hora de valorar el impacto que puede llegar a tener esta parada.

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Como si en vez de La Pepa se recordase Trafalgar o la Armada Invencible, los elementos se alinearon frente a los voluntarios voluntariosos hasta difuminar el éxito que habría tenido su iniciativa.

Con mayor sobriedad que el pasado sábado -quizás el gris del cielo así lo pedía- comenzó un desfile que también se produjo entre la falta de complicidad de una población que aún no lo conoce, que todavía no lo espera. Hay que anunciarlo más y mejor.

Tras la primera escala de honor, frente al Monumento a la Constitución en la Plaza de España, el aguacero apretó y cundió la necesidad de que era mejor dejarlo todo para otro día. Ahí se acabó. El Oratorio quedó para mejor ocasión y los participantes de la gymkana, más resistentes, seguían diseminados por todo el casco antiguo, con sus camisetas color añil, buscando pistas en placas y en las voces de actores disfrazados de la época. La respuesta juvenil a este juego supuso una buena pista a la hora de preparar ideas didácticas y amenas que despierten en los adolescentes esa curiosidad que les haga implicarse y aprender sobre aquel esplendor de hace dos siglos.

Respecto al desfile, lo mejor es que quedan cuatro años para dotarlo de mayores contenidos; abrir la participación a más gente y organizarla; incluir más escalas, diferentes edades; pulir sus recorridos; protegerlos mejor del tráfico y anunciar la celebración hasta crear cierto hábito. Si como acontecimiento ha resultado discutido y discutible, como ensayo puede tener su peso en oro. Sin ir más lejos, servirá para que preparemos respuestas a una pregunta bien simple: ¿Qué hacemos con los actos del programa del Bicentenario del Doce si llueve?