El mayordomo indio
La gente que desprecia la prensa rosa no sabe lo que se pierde. Se le escapan enseñanzas de vida que tal vez no encuentre en algunos libros. (Juro que en esto no hay ni asomo de sarcasmo.) Hace unos días, leía una entrevista con una mujer de la clase alta, de cuya boda dio puntual cobertura la revista del saludo. La entrevista, como no podía ser de otro modo, comenzaba con el clásico guión: la llegada de la periodista a la casa de la ¿felizmente? casada. La recibía un mayordomo indio vestido con librea que no hablaba español. Sólo inglés, puntualiza (lo cual debe ser muy cómodo a la hora de mandarle a comprar el pan).
Actualizado: GuardarAparte de dos o tres perlas dignas de mención (como lo agotador que era llevar la casa ella sola ayudada por un ejército de sirvientes), la pregunta clave llegaba con la elección del marido.
«Me casé con él porque era el hombre adecuado», confiesa la noble (de título) mujer. Y yo me quedé pensando a qué se refería con adecuado. ¿Al hombre que le hacía sentir mariposas en el estómago, como hubiera dicho Carrie Bradshaw?, ¿al tipo por el que hubiera dejado todo (por lo menos en los dos primeros meses)? ¿Aquel que le parece más sexy que Denzel Washington y Olivier Martinez fundidos en uno solo?
No, queridos amigos. El hombre adecuado para ese determinado tipo de mujer es el resultado de un equilibrio. Un tipo que no sea tan feo, repulsivo o aburrido que te impulse a saltar por la ventana en cuanto abres un ojo por la mañana, pero que les guste a papá y a mamá.
Y mirando la foto de esta mujer, más que imaginarme al marido, me pregunto: ¿qué pensará de ella el mayordomo indio? mcaballero@lavozdigital.es