Cambio y continuidad
Actualizado: Guardarl serio revés sufrido por el partido de Nicolas Sarkozy en la jornada definitiva de los comicios locales y cantonales en Francia puede encontrar su primera explicación en el declive de un Presidente de la República que no ha sido capaz de poner en marcha su ambicioso proyecto reformador, mientras incomodaba a sus seguidores con la incesante exposición pública de su vida privada y de su hiperactiva personalidad. Pero sería un error atribuir todos los males que el centro-derecha francés evidenció el pasado domingo a los excesos y a los defectos de Sarkozy. Como sería un error imputar el ascenso del PS, que se hizo con la alcaldía de la mayoría de las grandes y medianas ciudades, a las carencias de la UMP sin reconocer el mérito de los candidatos socialistas o sin valorar el amplio arraigo de la izquierda en la Francia republicana. El partido gobernante, tal como señaló el primer secretario socialista, François Hollande, está obligado a reaccionar ante la contestación de sus propias bases electorales. Pero tal reacción se presenta incierta, puesto que a las dificultades que el voluntarista Sarkozy ha encontrado para conducir a Francia hacia una mayor competitividad y hacia un menor peso del Estado asistencial se le suma ahora una oposición socialista crecida. La oposición, además, de un socialismo conminado a eludir toda reflexión crítica sobre los sistemas de cobertura, la función de las distintas administraciones o sobre las cuentas públicas por el pulso que libran sus principales líderes -o que librarán los electos del domingo que aspiren a serlo- de cara a su próximo congreso. Pero junto al retroceso del centro-derecha y a la más que apreciable recuperación del PS -que el domingo vio cómo sumaba miles de cuadros públicos a su red de penetración social- el otro dato significativo de la jornada fue el retraimiento electoral de una ciudadanía que en los comicios presidenciales, ante la disputa entre Sarkozy y Royal, dio muestras de un entusiasmo participativo a todas luces pasajero. La proclividad a la abstención, la falta de un acuerdo transversal sobre las reformas que requiere Francia, el desconcierto que hoy reina en la UMP y la lucha implacable que tras el éxito de las municipales puede desencadenarse en el seno del socialismo no componen el mejor panorama para que la Francia política ofrezca a la sociedad francesa algo distinto a un proyecto de continuidad.