Opinion

El acento de Dick Cheney

El vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Cheney, coincidía ayer en Bagdad con el senador John McCain, candidato a la presidencia por el partido de ambos, el republicano. ¿Es el partido de los dos? Si uno se atiene al escenario que circunstancialmente les reunió, el Iraq, sí: hay, con seguridad, una diferencia de fondo entre los motivos de uno y otro para ir a la guerra que cumple el miércoles cinco años, pero una coincidencia esencial: ya que estamos, debemos ganarla

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John McCain es un republicano clásico, no como Cheney, un ultra identificado con los neocon del desastre, aunque su personalidad borrosa y su poco gusto por los medios y los focos le distinguen de los activistas que idearon la guerra y la vendieron en la Casa Blanca.

McCain no es un neocon ni un cristiano renacido, como Bush, sino un conservador clásico que cabe perfectamente en el viejo GOP, como se llama allí al Partido Republicano con la sigla en inglés para «great and old party», tal y como lo dejó Eisenhower hace medio siglo y que ha conseguido más presidencias que los demócratas. Por eso, McCain y su equipo evitan como pueden la presencia potencialmente ominosa de Bush, aunque no tendrán que librarse de Cheney, quien estará encantado si no tiene que ir a mitin alguno o hacerse fotografías en campaña electoral. Lo suyo es la penumbra del despacho y su acceso al presidente. Iraq ha vuelto sólo en parte a la campaña. McCain resbaló una vez cuando dijo que se sabía derrotado si no conseguía convencer a los electores de que es preciso permanecer en Iraq todo el tiempo preciso. Y debió ofrecer muchos matices, incluyendo el muy novedoso de que él tiene esa política porque es lo más adecuado para terminar la guerra lo antes posible.

Cheney visitará también Arabia Saudí, Israel más los territorios ocupados y Turquía, donde repetirá lo que ya ha dicho otras veces: los guerrilleros kurdos del PKK forman «un partido terrorista que debe ser vencido». Ni siquiera valora esa sugerencia del secretario de Defensa Robert Gates de que Ankara debería considerar medios económicos y políticos y no solo militares para afrontar el problema. Ese es Cheney: un autónomo con status propio en la poliédrica administración Bush.