Vigilancia desde ocho ángulos
La torre octogonal del Alcázar es una de las construcciones emblemáticas encargada de recibir a los visitantes que llegan a Jerez
Actualizado: GuardarEstá a las puertas de Jerez, encarando casi desafiante a la llana extensión que se pierde en el horizonte desde la altura de la ciudad. Torre de antiguos vigías, lugar de privilegio para observar los atardeceres, cuando los tonos ocres se entremezclan con la tierra de albariza.
La torre octogonal del Alcázar sigue siendo tarjeta de presentación para quienes suben por cuatro caminos al centro de Jerez. Posiblemente no podría haber mejor escenario para quienes entran un tanto despistados.
Así lo ven los vecinos de la calle Puerto que todas las mañanas levantan las persianas y es lo primero que se encuentran. «Sin duda es un lugar que nos distingue», comenta Cristóbal desde su tabanco de La Sureña, justo enfrente de las murallas del Alcázar.
José, que está templando la garganta con una copa de delicioso amontillado comenta que «es una preciosidad. No sé cómo en aquellos tiempos podían hacer cosas tan grandes. Claro que los egipcios también hicieron las pirámides, ¿no? O eso dicen», argumenta ahora.
La hemos visto forrada de enredaderas que colgaban de sus paredes o dando su verdadera cara como está desde hace años. Si el viandante se entretiene cuando llega la primavera, se dará cuenta de que es cueva de golondrinas que cada año entonan cantos de amor cuando mientras penetran en sus pequeñas hendiduras, labradas en la piedra.
Varias son las torres que enmarcan el Alcázar. La octogonal es una torre original de la época islámica, situada en la parte sur que forma la parte más alta de la atalaya. Zona defensiva para los posibles enemigos que llegarán, ahora la vieja torre no deja de ser una huella del dilatado pasado de Jerez. Cuando la cofradía del Huerto pasaba por allí, ella se inclinaba al paso del Señor. Lugar de recibimiento para muchos, zona emblemática de la ciudad que vigila desde los ocho ángulos.