MILENIO

Perseverad

ES complicado encontrar en el pasado político andaluz tanta euforia postelectoral como la que se percibe desde el pasado nueve de marzo. Sólo en el espacio andalucista se impone el desánimo y la incertidumbre ante el futuro. Por el contrario, entre los socialistas es obvio: estarán rozando los treinta años de gobierno juntero en las próximas elecciones de 2012, mientras que la gente del PP parece haber roto con su sempiterno escepticismo en Andalucía tras el subidón de Arenas que ya, abiertamente, la prensa amiga y demás afectos califican los resultados del licenciado de Olvera como 'gesta'. Por su parte, Diego Valderas, saca pecho y arrastra más que nunca las zetas desde el cierre de los colegios electorales en el crepúsculo del pasado nueve de marzo.

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Todo ello es posible al no ser la política una ciencia exacta. De hecho, sus primeros padres, los griegos, siempre intentaron dejar muy claro ante el futuro que la ciencia política emanaba desde un espacio muy concreto del cerebro humano en el que reinaba el pensamiento analítico por encima de las emociones y los impulsos. Quizá en estos tiempos, los actuales líderes hayan invertido el orden: importa más las emociones y los impulsos, la demagogia, en definitiva, y tiene menos importancia el rigor y la verdad.

Con todo, hay que reconocer que, por lo general, una línea política de pensamiento y actuación irreprochables también necesita, para ser creíble, su punto de emoción, de apuesta y de zozobra. Siempre estaremos condenados a convivir con nuestras limitaciones, contradicciones e impulsos idealistas.