La justicia francesa niega la eutanasia a una enferma que padece un doloroso tumor incurable
Chantal Sébire acudió a los tribunales para beneficiarse de un "suicidio médico" asistido que permitiese a un médico administrarle Penthotal de manera voluntaria para tomarlo cuando ella misma decidiese
PARÍS Actualizado: GuardarEl Tribunal de Gran Instancia de Dijon ha rechazado la demanda de la francesa Chantal Sébire, que sufre un doloroso tumor incurable, de que se le practicara la eutanasia activa, según han informado fuentes judiciales.
La corte ha seguido la petición de la Fiscalía, que había pedido que no se admitiera la demanda de la enferma por considerar que no podía ser tenida en cuenta "en el estado actual de la ley".
La paciente aseguró hace unos días que no recurriría el fallo del tribunal y mostró su deseo de acudir a Suiza, donde la eutanasia es legal. Pese a no haber obtenido lo que pretendía en los tribunales, el caso de Sébire ha servido para relanzar en Francia el debate sobre la eutanasia .
Un raro tumor degenarativo
Sébire, una maestra de 52 años y madre de tres hijos, había acudido ante la justicia por los "atroces" dolores que le provoca su enfermedad, un poco común tumor nasal que además le ha desfigurado el rostro. Apoyada en el carácter incurable de su mal, en el sufrimiento "intenso y permanente" que le produce y en el "rechazo a soportar la irreversible degradación de su estado", Sébire había pedido al tribunal que permitiera que un médico le prescribiera medicamentos para "terminar su vida con respeto a su dignidad", según rezaba la demanda.
La enferma rechazaba la solución que autoriza la ley francesa sobre cuidados paliativos, redactada en 2005, que autoriza a los médicos a llevar a un paciente a un coma inducido hasta que muera. Chantal Sébire quería beneficiarse de un un "suicidio médico" asistido, según un método que ya existe en países como Bélgica, Holanda o Suiza. En la práctica, su petición era que se le permitiese a un médico administrarle Penthotal de manera voluntaria para tomarlo cuando ella misma decidiese.
El Gobierno francés no respaldó la demanda de Sébire y el presidente, Nicolas Sarkozy, a quien la enferma se dirigió directamente para que intercediera por su caso, se limitó a enviar a su consejero de salud, que le propuso nuevos exámenes para asegurarse de que se había hecho todo lo posible con su enfermedad.