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TENTACIONES. Francisco García comanda la carnicería de Carlos en la calle Corredera.
Jerez

Pecado carnal

La conocida carnicería de Carlos lleva desde el año 1982 sirviendo una de las viandas más acreditadas y exquisitas de Jerez

MANUEL SOTELINO
JEREZ Actualizado:

Días de ayuno, de recogimiento y de sobriedad en la mesa. Según indica la tradición cristiana, días en los que el cerdo se pasea poco por los hornillos de las cocinas. Francisco García Bermúdez comanda la carnicería de Carlos, en el número 26 de la Corredera. Valorada por muchas jerezanas que cada día hacen la compra como una de las mejores de Jerez, Francisco lleva a gala el marchamo de carnicería delicatessen. «Nuestro lema es calidad, servicio y estilo propio», comenta García, que pertenece a la tercera generación de carniceros en la familia.

Entrecot, falda, manitas de cerdo, lomo, un surtido de recova y los mejores productos charcuteros reunidos en una vitrina, la carnicería huele a manteca colorá cuando se entra por las puertas. «Intentamos traer lo mejor, porque lo barato siempre sale caro. La ternera, por ejemplo, viene de Alcalá y Benalup. Son cruzadas con retinto, una maravilla. Los pollos nos vienen de Granada y el ibérico de Huelva», comenta.

Al mal tiempo buena cara... Aunque a Francisco la cosa de los días de guardar no parece que le preocupe mucho. «Con el tema de la Cuaresma y la Semana Santa sí que se baja un poco el consumo de carne, pero cada vez es menos apreciable. No es preocupante en absoluto. Además, para las clientes que guarden la vigilia, tenemos un bacalao que es una maravilla, así como una buena relación de conservas», argumenta ahora el carnicero.

Creyente más bien de la motivación para fidelizar a la clientela con los extraordinarios productos que mantiene, Francisco aboga por el pequeño comercio. «Los pequeños comerciantes somos el auténtico tejido de la economía. Por eso es importante que el público sepa que, en contra de las grandes superficies, frías y un tanto impersonales, aquí trabajamos mucho el trato y el asesoramiento. Y el producto de calidad. Garantizamos empleo estable y no estamos instalados en el pelotazo sino en la constancia del trabajo diario», afirma.

Con más o menos actividad, la carnicería de Carlos -nombre que hereda del antiguo propietario Carlos Molina- vive con la esperanza de que llegarán mejores momentos. La Pascua está a la vuelta de la esquina y el cerdo volverá a husmear por las cocinas. Este amigo siempre tiene billete de ida y vuelta.