El Xerez sumó un punto en un campo muy difícil. / J. C. León
Deportes

Angustia y empate

Un error en la marca impidió que el Xerez se trajera los tres puntos de tierras catalanas Los azulinos regalaron muchos metros al Nàstic y dieron prioridad al juego defensivo

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No se podrá decir que el Xerez no sabe a qué juega. Ayer en Tarragona salió a empatar y lo logró. ¿Que sabe a poco el empate? Pues únicamente puede tener poco sabor porque se adelantaron en el marcador, porque durante la primera parte los de Esteban lograron desquiciar a jugadores y aficionados tarraconenses, o porque se trataba de un rival directo, pues el empate es más que justo. Esteban quería arriesgar con aquello de la angustia, y el Deportivo padeció con cantidades industriales de sufrimiento. El porcentaje de posesión fue tremendamente favorable a un equipo local que durante gran parte de los noventa minutos tuvo el balón en sus pies, ya que desde el minuto uno los azulinos decidieron regalarle el esférico a los de rojo.

Pese a no tener el cuero, el Xerez no sufría en exceso. Hacía bien lo que tantas veces ha hecho mal: defendía como un bloque infranqueable del que Calle tenía que salir para oler la bola. Una masa compacta que basculaba conjuntamente, en la que el eje central formado por Viqueira, Aguilar y Samuel se mataba a correr, en el que Yordi era el primer defensor o en el que Porato apenas tenía trabajo. De hecho, el encuentro que había soñado Esteban Vigo se hacía realidad cuando el Deportivo sacaba partido de una jugada a balón parado. Otra vez el mago Viqueira la ponía en la cabeza de Yordi, para que el matador isleño peinara lo suficiente y sumara otro tanto más a su cuenta.

Todo salía a la perfección. El Xerez se ponía por delante, la hinchada del Nàstic comenzaba a apretar, a pitar a sus jugadores y el nerviosismo hacía mella en unos pases imprecisos. Los azulinos incluso pudieron poner la puntilla en otra jugada de estrategia durante un córner, en el que Aythami no alcanzó a rematar por escasos centímetros.

Pero tras el descanso, con la reactivación de pilas de Ferrando -que hizo un doble cambio en el descanso-, el Nàstic tornó su actitud y su juego. Sólo con la electricidad de Maldonado y los balones en largo que le llovían a Moisés, los catalanes lograron robarle unos metros decisivos a los xerecistas.

Si a eso se une un garrafal error en la marca, que permitió a Maldonado fusilar sin obstáculo alguno a Porato casi en el área chica, el resultado no podía ser más que un empate justo.

Quedaba tiempo para que los locales incluso hicieran más daño, pero el conjunto jerezano tiró de ofició para restarle segundos al crono y parar constantemente el partido, pues el punto no terminaba de ser malo. Al menos, esa es la lectura positiva, la que se fija en que no ha crecido la distancia de la permanencia y que se sigue a cinco puntos de salir de la zona de descenso. Los reyes del optimismo incluso se percatarán de que se ha subido una plaza en la tabla de clasificación, pero lo cierto es que si dentro de siete días no vale otra cosa que no sea una victoria ante un Málaga inquieto por el ascenso, saciado por el triunfo de ayer ante el Elche, pero ansioso por su regreso a Primera División.

sgalvan@lavozdigital.es