La mirada del solitario
Se publican en un solo volumen todos los diarios y libros de Josep Pla, uno de los referentes de la literatura del yo
Actualizado: GuardarUsted es más joven que yo, de modo que espero que algún día vea reunidos en un solo volumen estos tres libros: El cuaderno gris, las Notas dispersas y este de ahora. Será un volumen muy largo, de cuya importancia no seré yo quien se atreva a responder, pero que tal vez alcance a cubrir alguna convalecencia complicada. No creo que haya más que pedir. ¿Y gracias!». Quien habla es Josep Pla. Es 1973 y el de Palafrugell tiene setenta y seis años. Se dirige a una mujer imaginaria, Silvia, en el prólogo del dietario que le dedica, Notas para Silvia. «Si algún día editamos en un solo volumen los tres libros a los que aludía hace un momento», continúa Pla, «lo único que le deseo -el libro será muy grueso- es que no le caiga nunca en la cabeza, porque le haría mucho daño».
Son unas pocas líneas, pero es Pla en estado puro: pragmático, irónico y distante, como aquejado de una enfermedad severísima que le evitase mostrarse vanidoso o parecer demasiado interesado en sí mismo. Habla del proyecto de reunir en un solo volumen los que hasta entonces son todos sus diarios y libros de notas. Él no lo dice, claro, pero el resultado sería un tomo que encerraría muchas de las mejores páginas autobiográficas escritas por un autor español en el siglo XX.
Planeta hace ahora realidad el deseo de Pla, y también el de muchos de sus lectores. Dentro de su nueva colección Backlist, dedicada a la recuperación de libros especialmente valiosos de su fondo editorial, la editorial presenta en un solo volumen los tres dietarios a los que el autor catalán se refería y le añade un título posterior, Notas del crepúsculo, aparecido en 1979. Es la primera vez que todos los diarios de Pla se publican juntos traducidos al español. El resultante es un tomo de mil cuatrocientas páginas que, pese a las coqueterías de modesto pronunciadas en su día por el catalán, no pesa apenas en las manos del agradecido lector. Todo lo contrario: se trata de un mamotreto de extraordinaria ligereza que asegura horas de placer y aprovechamiento.
Adentrarse en la obra autobiográfica de Pla es enfrentarse a una inteligencia incisiva, libre y altamente hospitalaria. También es repasar el convulso siglo pasado con los ojos de un testigo que sólo se rindió cuentas a sí mismo. Pla fue un hombre libre sin pretensiones, un solitario que miró el mundo con una mezcla muy concreta de pesimismo y pasión. Sus ascendentes son los moralistas franceses, Montesquieu y, sobre todo, Montaigne. Samuel Johnson, Stendhal o Leopardi completan un canon personal que tiene en común la independencia de pensamiento y la sencillez en la expresión.
Semblanza viva
El volumen que presenta Planeta, titulado Notas y dietarios, se abre con un prólogo de Carles Casajuana, quien traza una semblanza muy viva y próxima de Pla. Habla de su perspicacia, de su escepticismo y también de su condición de convencido individualista. «Pla es enemigo acérrimo de toda forma de fanatismo», escribe Casajuana. «Para él, el fanatismo es para los rebaños, y el igualitarismo, el socialismo y el patriotismo son formas de fanatismo. Recela por sistema de las certezas demasiado redondas y menosprecia a los poseedores de la verdad, de la especie que sean. Se trata de un rasgo radical en el sentido más literal del término, porque parte de un rechazo de la raíz misma de todo fanatismo y de todo dogmatismo: el concepto de verdad».
La edición incluye la traducción clásica de Gloria de Ros y Dionisio Ridruejo de El cuaderno gris. Los otros tres libros -Notas dispersas, Notas para Silvia y Notas del crepúsculo- aparecen trasladados al español por Xavier Pericay, uno de los grandes divulgadores de la obra de Pla en los últimos años. El resultado es óptimo y en todo momento la prosa del catalán mantiene su peculiar ritmo y su característico afán de naturalidad y exactitud.
Pese a recoger notas escritas durante más de cuatro décadas, los cuatro libros mantienen una asombrosa unidad de tono y una óptica uniforme. Como es sabido, Pla reescribía sus textos sin reparos antes de su publicación. El cuaderno gris es un caso algo especial, ya que se trata de un diario de juventud totalmente recompuesto a capricho del autor. Transcurre entre los años 1918 y 1919 y fue publicado en 1966. Notas dispersas agrupa notas tomadas entre 1920 y 1960. Notas para Silvia está formado por anotaciones de las décadas de los cincuenta y sesenta. Por último, las Notas del crepúsculo datan principalmente de 1976. Los cuadernos de Pla abarcan prácticamente la totalidad de su vida adulta y, pese a su escaso afán sistemático, componen un importantísimo proyecto de estructura autobiográfica.
Apegado a la realidad
¿Sobre qué escribe Pla en sus diarios? Bueno, sobre todo y siempre sobre él mismo. Quizá su gran tema sea la condición humana -es un grandísimo retratista, un superdotado coleccionista de carácteres-, pero en realidad no hay asunto que escape del alcance de su pluma. Política, naturaleza, gastronomía, historia, literatura, arte, viajes, lo que ustedes quieran. Todo está en este libro que incluye un célebre artículo de 1972 en el que Pla describe el ataque al corazón que sufrió en agosto de ese año. El comienzo de ese texto es antológico y expresa en siete palabras el temperamento irónico y realista del autor: «Así pues, tuve un infarto de miocardio».
La escritura de Pla suele nacer de la observación directa y, antes de nada, aspira a la claridad y la precisión. Su prosa es el resultado de una coincidencia infrecuente: la de una mirada potentísima y una expresión llena de vigor y meticulosidad. No hay que olvidar que Pla comenzó siendo periodista y que siempre encontró ese oficio tan extraño como útil para sentar los cimientos de un estilo literario.