Alejandro Esplá causa una soberbia impresión en la matinal
El hijo de Luis Francisco Esplá se muestra como un torero de gran intuición, sentido del arte y personalidad
Actualizado: GuardarCampanada en la novillada matinal de Fallas: Alejandro Esplá. Que debutaba en Valencia y toreaba sólo la quinta novillada picada de su vida. Sorpresa monumental. Firmeza serena, valor seco sin arrebatos; pureza; amplio y generoso repertorio; buen gusto, ambición, segura presencia; natural torería; toreo por los vuelos, por delante, embraguetado, ligado, de sorprendente calma. El torero está algo nuevo todavía: en los errores de colocación se dejó sentir justamente la bisoñez, pero sólo en eso; en algún desarme de muleta pisada, por apurar el toreo por debajo de las palas. Por lo demás, una fresca representación del clasicismo. Listeza para resolver, para estar puesto enseguida, para no perder el tiempo.
Limpieza, temple natural. Ajuste, ritmo, son. Una naturalidad muy llamativa. Tanto como su facilidad. Así que se tuvo de pronto la sensación de que hay torero en marcha, en lontananza y hasta ya mismo. Un gusto ver estar, torear e interpretar a este nuevo Esplá, primogénito de Luis Francisco. Torero de alta escuela pero no academicista ni escolástico ni sabiondo. De caro vuelo, de estupendo reposo, musicado. Imaginativo, con alma. Variadísimo con el capote: en quites, en los recibos, en la lidia misma. Por delante a la verónica, bellísimas y precisas las medias revoladas con las dos manos a la clásica manera, marchosos todos los pasos.
Y, luego, carácter para muletear sin la menor ligereza. Sino todo lo contrario. Embraguetado, reunido, templado, enganchando siempre. Gracia buena en el toreo cambiado, hermosas y pródigas improvisaciones, como la de ligar, por ejemplo, un molinete americano con una trinchera. Desparpajo para soltarse a una mano en circulares cambiados de limpio trazo. Bueno fue el primer novillo de Barral que mató en Valencia.