CENTRO. La emblemática plaza del Caballo ha ganado importancia con el paso de los años hasta convertirse en el corazón de Jerez.
Jerez

De un viejo arrabal a un arenal contemporáneo

La plaza del Arenal ha sido desde antesala de una de las entradas al Jerez musulmán a lugar de juegos ecuestres

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Antigua, amplia, combatiente, congregadora, soleada y testigo privilegiado de la historia de Jerez. Podríamos seguir con más adjetivos, pero quizá la lista no acabaría nunca. Con mil nombres distintos, la plaza ha sido llamada del Real, Fernando VII, Isabel II, de la Constitución o Alfonso XII. Sin embargo, en su día, el pueblo la denominó como del Arenal y éste ha sido su nombre desde hace siglos y que mantiene en la actualidad.

Esta denominación que el vulgo coloca a esta gran explanada que se abre casi a la entrada de Jerez viene como consecuencia de la derivación latina arenarium, que para los latinos es lugar donde los guerreros se baten en armas. La historia de la ciudad recoge que en este lugar estuvieron durante tres días luchando Ruy Páez de Biezma y Payo Rodríguez Ávila. No se sabe bien el porqué de dicha lucha, aunque algunos historiadores afirman que pudo ser por una presunta traición al monarca Alfonso XI. Pero pudieron estos caballeros haber tomado las armas por un insulto, por una frase hiriente con el sentir del pueblo, por una injusticia o por el amor de una joven doncella. Quién sabe realmente cuál fue el motivo real.

Lo cierto es que la plaza del Arenal siempre fue testigo callado de la historia del pueblo jerezano. Hace unos cuatro años, y como consecuencia de las obras que se acometieron para la construcción de un aparcamiento subterráneo, se pudieron descubrir restos de una necrópolis musulmana el siglo XI, un horno de cerámica e incluso la constancia de una arrabal de la época almohade que, presumiblemente, estaba fuera de las murallas. Se podría decir que era en tiempos en los que El Arenal era una especie de arrabal.

La conquista

Con la entrada de las tropas de Alfonso X el Sabio, se considera este emplazamiento como uno de los lugares más importantes de la ciudad. El Arenal, que en aquella época no era arenarium ni nada parecido, más bien se presentaba como la antesala a la Puerta Real que daba acceso a la ciudad.

Poco a poco, la plaza fue cogiendo su sitio y protagonismo y acabó siendo nexo fundamental de la vida de los jerezanos. Sobre ella se organizaban juegos de cañas y pequeños ajustes de cuentas entre caballeros, así como carreras de caballos. Los últimos años, aprovechando las Fiestas de Otoño, han llevado al escenario del Arenal la recuperación de estos fastos ecuestres que en otros siglos eran tradicionales en esta tierra.

En definitiva, y a pesar de comenzar siendo un arrabal a las afueras de la ciudad, la explanada ganó definitivamente enteros convirtiéndose en el auténtico corazón de Jerez. Hasta el punto de que muchos historiadores e investigadores del pasado de la ciudad han convenido en afirmar que en los pasados siglos ha sido fiel reflejo de las distintas épocas políticas. Esta afirmación está sostenida, fundamentalmente en el pasado siglo, por los nombres que fue adquiriendo sucesivamente.

Actualidad

Por supuesto que quedan muchos matices históricos de los cuales habrá que dar debida cuenta y repaso en una segunda entrega de esta sección. Ahora toca bajar a la arena y comprobar cómo, tras la profunda remodelación que ha sufrido la plaza en los últimos años, el lugar ha ido cogiendo cuerpo y vida. Desde las oficinas centrales de Cajasol, al estanco, desde el precioso edificio de los arcos construido en el siglo XVI al kiosco de Juan Arriaza, conocido por todo Jerez como el kiosco del Barba.

También este último comercio ha cambiado con el paso del tiempo. De aquellos años en los que Juan Arriaza vendía periódicos en un carrito poco queda ya, según comenta la propia familia. «Mi padre se vino a este local hace ya cuarenta años. Es nuestro sustento, nos hemos criado aquí desde pequeños todos los hermanos; así que qué quiere que le diga de ella », comenta Eva Arriaza, hija del Juan, que recuerda la figura de su padre y se emociona.

Ahora, el kiosco se ha transformado en un lugar de souvenirs y recuerdos de Jerez. Camisetas con toros bravos, banderillas pequeñas y recuerdos de la ciudad. «Cuando nos planteamos hacer la reforma estábamos un poco asustadas. Pero yo creo que ha merecido la pena», afirma ahora Eva tras un mostrador cargados de periódicos.

La tarde está cayendo en las fachadas del lado izquierdo de la plaza, que parece que chorrean oro viejo por la incidencia del sol. Enrique Reina lleva más de ochenta años alrededor de la plaza del Arenal. «Soy vecino de la zona. Conozco la plaza desde que era pequeño y ahora ya tengo ochenta y muchos años, así que se puede imaginar», comenta mientras intenta aprovechar los últimos rayos de sol sentado en un banco. Continúa Enrique diciendo que «a mí me ha gustado como ha quedado. Yo creo que ha quedado bastante bien, la verdad».

La obra sigue siendo tema de debate para los que disfrutan de tan céntrica explanada. Un corrillo de madres ha traído a los niños a que corran un poco detrás de las palomas. Una de ellas subraya que «me ha gustado la reforma porque la han hecho peatonal, y de esta forma podemos estar más tranquilas las madres que bajamos casi todas las tardes. Los niños andan sin peligros de coches que puedan circular por alrededor como ocurría antes». Otra vecina le da la razón y prosigue diciendo que «antes era un lugar de tráfico. Paraban autobuses, había otra parada de taxis, los coches, las motos las bocinas Todo era mucho más estresante y ruidoso. Ahora los vecinos hemos ganado en calidad de vida porque aquí tan sólo se escucha el agua que cae de la fuente que ocupa la parte central de la plaza. Creo que hemos mejorado».

Al otro lado de la plaza hay unos chicos que se montan por los tableros de los palcos que en estos días de Semana Santa se han montado. Será centro neurálgico de la Semana Mayor y las cofradías entrarán con sus mejores galas ocupando la atención de los cientos de jerezanos que disfrutarán de las procesiones.

Poco a poco el General que preside El Arenal va oscureciéndose. Las palomas han dejado de revolotear y las farolas se han encendido. Arenal de batallas pasadas, de caballos a galope, de arrabales musulmanes y escenario de la historia de la ciudad. Los adjetivos podrían seguir deslizándose acompañando a esta plaza que sigue estando pegada a la vida de los jerezanos.