Sociedad

La preferida de Satanás

LA VOZ entrega este domingo en su colección 'Bichos' la araña diablo, una especie de arácnido que en el antiguo México se asociaba al dios de la muerte y el infierno

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Este artículo tiene tela de araña, pero de araña diablo; no me digan ustedes que con este nombrecito que le hemos dado al pobre bicho de hoy no dan ganas de salir corriendo. También la llamamos Araña de jardín, que ya suena un poco mejor, va como la seda. Por fin una representante de esta familia que tan de cabeza nos trae a los humanos, porque nos inventamos falacias sobre ellas a pesar de que nosotros hacemos lo mismo con los peces.

Todo empezó por el nombre: ¿por qué araña y no araño? (ya dirán las feminazis que a todo lo malo se le pone nombre femenino), pues porque el poeta romano Ovidio nos dejó escrita la historia de una bella joven llamada Arachne, que fue convertida por la diosa de las artes, Pallas Atenea, en un ser capaz de tejer eternamente. Las arañas y sus telas son citadas tanto en la Biblia como en el Corán; las estudió Aristóteles, Nicandro de Colofón y el mismo Plinio El Viejo entre otros ilustres autores. En la antigua China, otra leyenda nos habla de dos hermanas que se convirtieron en arañas descomunales y que ataban a sus enemigos para matarlos. Y la mitología náhuatl del antiguo México las asociaba al dios de la muerte y el infierno. Sólo los árabes las ven con buenos ojos, pues cuenta su libro sagrado que una araña salvó la vida de su profeta Mahoma.

Pero, curioso, siempre me las encuentro en femenino, incluso sus miembros mas célebres, como la tarántula o la viuda negra hacen presagiar con sus nombres oscuros tejemanejes (nunca mejor dicho) de género definido (incluido el hilo de Ariadna) ¿Por qué? ¿tendrá algo que ver con que muchas de ellas se comen al macho tras la cópula? ¿o con que los machos abandonan el uso de telarañas con la madurez sexual para vagar y copular? Aunque mi imagen penda de un hilo al decirlo, a veces, tras nuestra Lengua Española se esconden razones profundas, biológicas, para que las cosas sean como son.

Repasando historias de arañas recuerdo algunas inquietantes. Por ejemplo que en la mortal araña Latrodectus mactans, sólo ataca la hembra, y en los casos de muertes de humanos, abundan varones picados en el pene o el escroto (mal sitio para un torniquete). La razón es que a menudo se esconden en retretes e inodoros poco aseados. Ahora se entiende porqué su nombre es Viuda Negra. La telaraña se asoció siempre a mujeres intrigantes en busca de maridos potentados, pero la realidad supera la ficción. Algunas arañas la llevan, como los gladiadores, levantadas con sus patas delanteras. Cuando ven una presa, echan a correr y se la lanzan encima dejándola pegada al suelo. Otras vuelan con ellas hasta a 4 kilómetros de altura y 300 de distancia.

Feroces en el aire

Algunas son tan fuertes que atrapan pájaros en vuelo y ranas. Los machos, que carecen de pene, introducen una gota de esperma en una funda de seda para acercarla a las hembras. Otras elaboran trampas con resortes que saltan al paso de una presa cuando tiran del hilo. No es de extrañar, pues, que los mosquitos vuelen con las patas delanteras levantadas, a tientas, por si topan con una de estas trampas.

Pero no perdamos el hilo, una araña es una currante, debe cazar el equivalente a lo que serían para nosotros cinco conejos al día, pero sin escopeta, teniendo en cuenta que aproximadamente el 80% de los insectos consiguen escapar. Reconstruyen la red hasta cinco veces por jornada, y su sentido esencial es el tacto, no la vista: definitivamente sí, las arañas son femeninas.