Zapatero tras las elecciones del 9-M
España sigue siendo socialmente de izquierda. Los votos de opciones políticas estatales de izquierda ascienden a 12.331.299 votos, por los 10.169.973 del PP que une a toda la derecha estatal. Si sumamos los votos nacionalistas de izquierda tendremos 12.898.687 votos, que suponen más del 53% de los votos totales, por los 11.138.791 votos, sumándole al PP los de CIU, PNV y CC. La única manera de parar a una derecha unida ha sido la unidad del voto de izquierda. Zapatero y el PSOE han de ser conscientes de que gran número de los votos recibidos son un préstamo por cuatro años que podrá o no renovarse en función de la coherencia de las políticas que desarrolle con una ideología de izquierda.
Actualizado:La fidelidad del voto de la derecha, que ha subido en votos con respecto a 2004, nos señala su techo electoral y la falta de organicidad social de la izquierda en estos cuatro años, cuyo vacío ha sido ocupado por la derecha más extrema e ideológicamente más conservadora y fundamentalista.
Esto supone un grave peligro que no debe infravalorarse, por lo que puede llegar a ser de involución y amenaza al propio sistema democrático en una, más que probable, coyuntura de crisis y desempleo que afectará sobre todo a los inmigrantes recién llegados a nuestro país.
Se conjura profundizando y mejorando la calidad de nuestra democracia. Hay que garantizar la transparencia de la gestión pública y facilitar la participación social en la gestión de lo público, desarrollando el modelo de evaluación participativa de las políticas públicas, como una herramienta indispensable de desarrollo de la democracia participativa. Este modelo implica en si mismo la organicidad social de la izquierda y la desarticulación y neutralización de esta extrema derecha xenófoba. Por otra parte, es la única posibilidad de recuperar la cohesión social ante las tendencias de polarización y desigualdad social que provoca la globalización del capitalismo financiero internacional.
Rodríguez Zapatero (ZP) debe ser consciente de la responsabilidad histórica que recae sobre él al haberse convertido en el referente de la izquierda democrática europea, en una coyuntura internacional de cambios profundos y de crisis económica y financiera internacional. La responsabilidad de ser la voz y de ejercer el liderazgo de la izquierda democrática internacional en la gestión del cambio social inteligente, pacífico y tranquilo; de la transformación social hacia un modelo de desarrollo y bienestar sostenible con justicia fiscal y global.
Observando la actual crisis financiera con perspectiva histórica tenemos que equipararla con el periodo 1968-1971-1973, cima de la cuarta onda larga del sistema capitalista, final de la fase ascendente 1945-1971, y comienzo de la fase descendente 1971-1993. La estanflación (inflación y paro) ha vuelto a aparecer como en 1971. La crisis de 1971 obligó a transformar el Sistema Financiero Internacional, igual que esta exige un nuevo Sistema Financiero Internacional justo y regulador del capital financiero especulativo.
La crisis internacional financiera del capitalismo neoliberal es la oportunidad del nacimiento de otro mundo posible más justo y solidario.
Dos caminos se abren ante la crisis: a) intentar gestionarla desde la óptica del capital financiero y especulativo para defenderlo y mantener el sistema actual con una política económica ortodoxa y neoliberal, lo que conlleva el estancamiento de la actividad productiva, paro, inflación, incertidumbre e inseguridad; es decir, un gran malestar social y el fracaso político de la izquierda; o bien
b) gestionar la necesaria transformación social de forma inteligente y tranquila hacia otro modelo económico que ponga el énfasis no en el crecimiento (PIB) sino en el bienestar social, en satisfacer las necesidades sociales, en desarrollar al máximo las capacidades de la sociedad y de las personas que la forman haciéndolas participar en la resolución de sus problemas, lo que conlleva una apuesta decidida por servicios públicos de calidad, convergencia con Europa en gasto social y reparto solidario y equitativo de las cargas entre todos y todas.
La única forma socialmente aceptable de encarar la crisis es desarrollar todo el potencial de su productividad social con inversiones públicas en su capital humano, capital tecnológico (I+D+I), infraestructuras de transportes, capital social e institucional y calidad de sus instituciones democráticas. Esta política es incompatible con la aceptación de una economía sumergida de más del 20% del PIB, según todas las estimaciones, la permisibilidad de los mal llamados paraísos fiscales y con la bajada de impuestos.
El Presidente Zapatero tiene la oportunidad de desarrollar una política económica que fortalezca la actividad productiva y el bienestar social, controlando y eliminando en lo posible la especulación del capital financiero, por lo que no debería alimentar esta especulación con las reservas de la SS. SS., ser una voz europea más que reclame el control democrático del Banco Central Europeo, y una voz internacional que exija e instaure organismos internacionales para el control y regulación del capital especulativo internacional, gestión y control del cambio climático, desarrollo de los objetivos del milenio y regulación internacional de las migraciones.