Romance de vísperas
Actualizado: Guardars la víspera ese tiempo de soñar lo que se aguarda, ocasión en la que el gozo se acrecienta y agiganta, cita de anhelos que vuelven, recuerdos que el tiempo amansa, desvanes de la memoria donde las tardes se pasan buscando al niño que fuimos, el que jugó en una plaza, el que estrenó aquel Domingo la chaqueta y la corbata, aquel niño al que un buen día llevaron a Villamarta para escuchar el Pregón de nuestra Semana Santa. Niño de túnica nueva de la Hermandad de su casa, la de la Iglesia del barrio donde el cura le echó el agua. Son las vísperas andenes donde los trenes se paran. Tal vez este año puedas coger aquél que pasara, volver a aquella Estación que quedó tan olvidada pues el milagro del tiempo vuelve a darte la Esperanza, que sin en la vida corriente nunca un tren dos veces pasa, es este tiempo distinto porque es de Semana Santa. Son las vísperas anuncios de recuerdos y añoranzas, palma colgada al balcón siempre vivo de tu alma, olivos de unos jardines donde tus huellas dejaras, cera de aquel nazareno que se refleja en tu cara volviendo a esperar la esquina donde siempre te aguardaba aquél que marchó un buen día con su túnica y su capa y en la mano papeleta para la Gloria anunciada. Ese aquel de tantas tardes que con la mano apretada te llevaba a ver los pasos que, como a él, te gustaban. El que te enseñó los rezos que en los Quinarios rezabas y los latines de Salves que tan pronto bien cantaras. El que el día del bautismo, tras ponerte la medalla, sin esperar a otro día allí mismo te apuntara en esa Hermandad que hoy llevas visperalmente anudada a la emoción contenida que te llora en la garganta. Son las vísperas, pañuelos, para secarte las lágrimas. Unas serán de tristeza, otras serán de Esperanza, porque has visto que en la alcoba, al mejor sitio colgada, junto a la tuya ya cuelga otra túnica planchada. Es pequeña en su medida, ni a tu cintura te alcanza pero sabes que en su tela, en su ruan o en su sarga ya navega una Fe niña que crecerá con tus canas. Vísperas de los recuerdos, sabatinas de añoranza, un pregonero lo dijo una vez en Villamarta y hoy tomo de su romance parte de aquellas palabras: en las Vísperas, también, Cristo mismo nos aguarda.