Opinion

Ibarretxe y las tres 'C'

Algunos políticos se vinculan o apegan tanto a sus propias iniciativas políticas (u ocurrencias) que no aciertan a percibir cuándo éstas se han salido de rumbo o avanzan en rumbo equivocado. A Ibarretxe no parece haberle afectado que el célebre plan soberanista que llevaba su nombre se estrellase contra una abrumadora mayoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados, y ahí sigue el lehendakari, bautizando ahora su soberanismo como hoja de ruta, con escala en un referéndum o consulta ilegal a la sociedad, que convocaría en el próximo octubre. Y quiere negociar el asunto con José Luis Rodríguez Zapatero, como si el jefe del Gobierno tuviera facultades para trapichear sobre cuestiones al margen o en contra del ámbito constitucional.

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Según la lógica sabinista de Ibarretxe, Zapatero debería negociar con él porque antes había negociado con ETA, pero esa evidencia, necesitada aún de algunas matizaciones probatorias, no obliga al presidente del Gobierno a negociar con todo el mundo y sobre lo que todo el mundo quiera. Para negociar la 'hoja de ruta' de Ajuria Enea, el 'lehendakari' tiene al socialismo vasco, que acaba de darle un repaso en las urnas, pues en toda conversación entre el gobierno del Estado y los autonómicos, éstos no puedan ignorar al partido mayoritario de su comunidad ni negociar a sus espaldas.

Ha sido tan clara la victoria del PSE/PSOE en las tres provincias vascas, con quiebra de la hegemonía del PNV, que esa llamada 'hoja de ruta' debería ser sometida a revisión y, como posible derivada, a congelamiento. En la rueda de prensa posterior al consejo de ministros de ayer viernes, la pregunta con mayor carga política, dada la placidez política del momento, fue la de si el Gobierno en funciones había dado algún paso para desactivar el plan soberanista del lehendakari, esa consulta que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero lleva meses diciendo que no va a celebrarse por el mero hecho de que no es constitucional.

Muchos comentaristas políticos especulan con la posibilidad de que el lehendakari y el PNV renunciaran al referéndum de octubre por una reforma en profundidad del estatuto vasco. Y en ese terreno aseguró la vicepresidenta que esa reforma recorrería el cauce procedimental hasta el Congreso, que lo abordaría, si cumpliera las tres C requeridas: Constitución, consenso y ciudadanía. Es la conocida por archirreiterada doctrina del ejecutivo socialista. Consenso político amplio, ciudadanos beneficiados y de acuerdo, y todo ello dentro de los límites constitucionales.

Presidió el consejo de los viernes la vicepresidenta porque el presidente asistía en Bruselas a una cumbre de la UE, en la que recibió felicitaciones por su triunfo electoral, y hasta una llamada telefónica de Bush para expresarle personalmente, y en idioma tejano, el lacónico cumplido que le había enviado por carta, a través de su embajador en Madrid. Se van a ver en abril y en Bucarest durante la cumbre de la OTAN, a los cuatro años justos de la retirada de nuestras tropas de Irak. Cómo cambian los tiempos.