Dulces cuando sale el azahar
La familia Perea lleva más de cincuenta años endulzando la Semana Santa con sus clásicas y deliciosas torrijas, milhojas y roscos
Actualizado: GuardarJuan Luis Perea tenía el obrador más famoso de Jerez. Por estas fechas, muchos vendedores ambulantes se acercaban a comprar los tradicionales roscos de Semana Santa para venderlos en los carritos. En calle Barranco sigue una de las partes de la familia Perea, con sus deliciosas torrijas y milhojas. «Todavía hay encargos. Bandejas de dulces que vienen todos los años a recoger para degustar en casa», comenta María José Perea, que no desiste de la lucha diaria de un negocio que ya ha superado el medio siglo de vida.
Tanto las de leche como las de vino están deliciosas. Cubiertas de una densa capa de miel en el expositor. Todavía no han llegado las milhojas, pero también tendrán su lugar en el mostrador de la confitería cuando llegue su momento. María José comienza a narrar las vicisitudes de un negocio ubicado en el barrio antiguo. «Estamos a la espera de ver qué ocurre con nosotros. Mucha ciudad del flamenco, mucha casas que parecen que van a rehabilitar pero el barrio está un poco muerto», subraya quejándose.
El viejo obrador de dulces se prepara para una semana donde muchos llegarán de nuevo a probar los manjares de los Perea. «Lógicamente, la venta sube un poco en estos días, pero la verdad es que la vida diaria es bastante dura aquí; antes era otra cosa", afirma atada a los recuerdos María José, aunque lo cierto es que los hermanos Perea siguen con el viejo oficio heredado de su padre.
Más quejas
«Deja que siga quejándome un poco más -continúa María José-. Lo de los aparcamientos es otra historia, aquí todos tienen su sitio, el obispo, el comisario o los de Emuvijesa. Para colmo, nos han montado el Zoco y la zona que teníamos lo vecinos se ha quedado de carga y descarga para ellos».
Sin embargo, al entrar en la confitería, sólo se piensa que lo que están bien aparcadas son esas torrijas deliciosas que continúan produciendo. Y es que, una Semana Santa sin ellas...