El Tendedero | Vivir es atreverse...
Habitualmente imparto talleres a adolescentes sobre cuestiones que tienen que ver con la sexualidad, los afectos y el papel que se nos asigna a cada cual en una sociedad en la que aún el ser hombre o mujer define lo que el mundo espera de ti. En esto consiste gran parte de mi trabajo y como pueden imaginar es apasionante, entretenido e ilusionante cada día, cosa harto difícil en cualquier trabajo. Particularmente la adolescencia aporta a nuestra vida una sensación de vértigo, de inconsciencia y de riesgo, pero también de expectativas y curiosidad porque «todo lo bueno» está por llegar.
Actualizado: GuardarNuestros adolescentes, nuestros hijos e hijas, con mayor o menor acierto se despegan de nosotros, nos llaman anticuados, carrozas, carcas y nosotros, que soñamos estar permanentemente en la flor de la vida, no entendemos a qué viene tanta distancia repentina cuando ayer mismo les estábamos acunando en nuestros brazos. Parece que el tiempo pasara demasiado rápido cuando el parámetro son nuestros hijos, y demasiado lento cuando el parámetro somos nosotros, ante nuestra negativa a «envejecer». Así la actitud que muchos padres y madres tienen ante sus hijos adolescentes es la de intentar ser un «coleguita» más. Escucho a menudo decir eso de que yo quiero ser el mejor amigo de mi hijo, la mejor amiga de mi hija y pienso cuan equivocados estamos muchas veces los que nos llamamos adultos, y vaya forma de hacer el ridículo. Es cierto que solemos tener miedo a que en ese despegarse se pierdan por derroteros que nosotros entendemos que no les conviene; pero ¿Quién no ha tenido alguna vez quince, diez y ocho años y ha cometido alguna que otra locura?
La responsabilidad que les exigimos a los adolescentes ha de venir de la mano del respeto y la confianza, no desde el colegueo ni desde el autoritarismo, sí desde la autoridad moral que nos da la perspectiva de los años vividos, el ser claros referentes en sus vidas y el estar ahí para cuando nos necesiten, sin intromisiones. Reconozco personalmente que la teoría es muy fácil y la práctica algo más complicada, pero como dice el aforismo «Vivir es atreverse, caerse y volverse a levantar».