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DESOLACIÓN. Un grupo de mujeres llora ante el cadáver de un líder palestino. / AP
MUNDO

La desconfianza entre Israel y Hamas estanca las negociaciones para acordar un mes de tregua

Tel Aviv responde al disparo de un cohete con la muerte de tres milicianos palestinos

LAURA L. CARO
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En un clima de extrema desconfianza -unos con el dedo en el gatillo y otros con el Qassam en la lanzadera-, Israel y el movimiento islamista Hamas parecían estancarse ayer en una negociación emprendida tras la última ofensiva en Gaza, para alcanzar un «período de calma», pero que con igual probabilidad amenaza con desembocar en otra guerra en la Franja.

Si a lo largo de la semana este diálogo indirecto, forzado por EE. UU. vía mediación de Egipto, era confusamente negado desde los dos lados, el secreto a voces cobraba forma con la filtración al británico 'Al-Quds Al Arabi' de un presunto acuerdo aceptado por ambas partes. Según el diario, el pacto contemplaría treinta días sin operaciones militares hebreas si no se registra lanzamiento de cohetes, y la puesta de los pasos fronterizos de la Franja bajo control de la Autoridad Palestina. El presidente Mahmud Abbas, lo dio prácticamente por cerrado en una entrevista con la cadena Al Arabiya. Pero el disparo de un proyectil a Ashkelon y la operación de Israel en Belén en la que murieron tres milicianos, entre ellos el supuesto cerebro del atentado contra la escuela talmúdica de Jerusalén, retorcían ayer las frágiles conversaciones.

«Lo nunca visto»

El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, volvía ayer a negar cualquier acercamiento con Hamas. En unas declaraciones diseñadas para aplacar las críticas en el Parlamento y de los socios ultraortodoxos del Gobierno, Barak sacaba su discurso más implacable para advertir de que la lucha sigue, que «la escalada en Gaza irá más allá de lo nunca visto».