La calidez del Círculo Polar
Santa Catalina acoge desde ayer dos muestras dedicadas a la riqueza de la cultura y la artesanía sámi, el único pueblo indígena de la Unión Europea
Actualizado:Salkko-Juhán Ingá cuenta que las mujeres Sámi, después de la estación del sacrificio de los renos, curtían sus pieles y se pasaban el invierno consiéndolas. Los abrigos, recios y muy cálidos, eran, hasta hace poco, su principal herramienta para enfrentar las temperaturas polares de Laponia. Hoy, esas piezas, desprovistas de su utilidad cotidiana -como los cuencos de pino rojo o las cestas de raíz-, forman parte de una de las tradiciones artesanales más ricas del mundo, y concentran la ideosincracia del único pueblo indígena de la Unión Europea.
El castillo de Santa Catalina acoge desde ayer una muestra de esta singular expresión antropológica y artística, que abarca productos tan curiosos y variopintos como cuchillos de cuerno de reno, guantes de piel de foca, o abaloríos de madera y metales preciosos. La exposición, que podrá visitarse en la fortificación gaditana durante casi dos meses, propone un acercamiento a esta cultura milenaria, que ha sabido construir, inmersa de un clima gélido, prácticas y técnicas propias, llenas de originalidad y calidez.
La idea se encuadra en el programa de intercambio cultural que han conveniado el Ayuntamiento de Cádiz con el Instituto Iberoamericano de Finlandia, y que se desarrollará hasta la celebración del bicentenario de la Constitución del 12. Según explicó la alcaldesa, Teófila Martínez, los artistas gaditanos también visitarán pronto Finlandia para continuar con este enriquecedor quid pro quo.
Suaves o duros
Los materiales que utilizan los sámi para crear estas piezas artesanales provienen de la naturaleza. La biodiversidad del norte se refleja en la exuberancia de su producción. La fuente fundamental de materia prima es el reno, que también se utilizaba como medio de transporte. De sus épocas de cría y de las condiciones naturales de la región dependían en buena parte la entidad de la manufactura.
Los sámis dividen sus productos artesanales en «suaves y duros». Generalmente, las mujeres se encargan de las manualidades suaves, con productos de piel de foca y otros tejidos. Los hombres labran el cuerno de reno, la madera y el metal. Pero los tiempos han cambiado los roles tradicionales de los géneros, y es común que las mujeres hagan trabajos antes reservados para su pareja. Aunque rara vez ocurre lo contrario.
La muestra dedica una buena parte de su espacio a explicar cómo los sámis ejecutan sus tareas, y su utilidad originaria. De ahí que las herramientas -muchas de ellas creadas con un fin muy concreto- y las condiciones en las que se trabajaba, tengan sus propias secciones.
Como pueblo nómada, seguían el ritmo de una migración anual. Por lo tanto, las piezas se hacían para resistir el movimiento constante, soportar el transporte y ser fácilmente empaquetados. Eso también se refleja en el diseño: los objetos redondos se pueden meter en la mochila o amarrar al carruaje sin dificultad. Los trineos, los tapices de lana, las reproducciones de barcos y los trabajos de metal se encargaban con mucha antelación a maestros especializados.
Los trajes tradicionales, de un intenso colorido, también tienen su protagonismo, al igual que las obras de plata (cucharas, cuchillos, hebillas, broches, botones de cinturón y otras joyas). El lenguaje formal del Renacimiento, la fusión con tradiciones de áreas cercanas, y los propios gustos de los sámi los han convertido en plateros excepcionales.
Actualización
Sin embargo, el principal valor de esta cultura quizá sea su potencialidad a la hora de actualizarse. La artesanía se ha renovado constantemente, adaptándose a los requisitos del medio ambiente y de la sociedad. Los productos tradicionales se transforman para cumplir con las exigencias de las nuevas generaciones. Las bolsas de cuero que originalmente se inventaron para preservar elementos perecederos se utilizan para guardar gafas o teléfonos móviles. Las tradiciones, así, consiguen sobrevivir gracias a la búsqueda de nuevas formas y a la combinación de materiales.
Por otra parte, la fotógrafa finlandesa Marja Helander trae una representación de algunas de sus imágenes más significativas, y que tratan de profundizar en los lazos estrechos que guardan el hombre y la naturaleza, y que forman parte del modo de vida sámi. dperez@lavozdigital.es