Perder crédito

a resistencia mostrada por la derecha francesa en la primera vuelta de las elecciones municipales, superior a la que auguraban las encuestas, no resta valor al renovado empuje mostrado por el Partido Socialista apenas diez meses después de su derrota en las presidenciales. No obstante, resulta prematuro evaluar el alcance de unos resultados que no sólo han premiado a la oposición, sino que han supuesto, ante todo, una primera traslación a las urnas del descontento que han empezado a albergar los franceses ante la ejecutoria de Sarkozy. La caída en la popularidad del presidente es aún más acusada si se compara con las fuertes expectativas que despertó su llegada al poder. Es un aviso a tener muy en cuenta.