Ségolène Royal comenta los resultados en la televisión. / REUTERS
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El centro será el árbitro en Francia

Los pactos con el MoDem para la segunda vuelta atraen a la UMP de Sarkozy y dividen a los socialistas Bayrou adelanta que examinará la situación «ciudad por ciudad»

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Entre llamamientos a la movilización de sus propios bandos, conservadores y socialistas cortejan a los centristas, árbitros potenciales para la atribución de varias importantes capitales francesas el próximo domingo en la segunda vuelta de las elecciones municipales. El primer asalto se saldó con una holgada victoria a los puntos de la izquierda sin llegar al k.o. aventurado por los sondeos a la vista de un Nicolas Sarkozy contra las cuerdas de la impopularidad a los diez meses de conquistar la presidencia de Francia.

A falta del escrutinio en territorios situados en otros continentes, socialistas, comunistas y ecologistas cosecharon más del 47% de los votos frente al 45% obtenido por la derecha. La izquierda revalidó la alcaldía de Lyon, tercera metrópoli del país, y reconquistó once ciudades hasta ahora en manos de los conservadores, que se contentaron con repescar dos urbes y la reelección en Burdeos del ex primer ministro Alain Juppé. Con París garantizado, los socialistas sueñan con ligar el póker de ases gracias a posibles victorias en Marsella y Toulouse, aunque capitales como Estrasburgo o Caen se encuentran más a tiro.

En las quinielas juega un papel central, como es de rigor, el MoDem de François Bayrou. A pesar de que sólo totalizó un 3,74% de las papeletas, la formación centrista obtuvo en ciudades importantes porcentajes codiciados por las dos grandes familias del arco político. Los conservadores de la UMP gobernante aderezaron la oferta a quien consideran aliado natural con la predisposición a realizar un gesto en Pau. En este municipio, capital del departamento de Pirineos Atlánticos, Bayrou se encuentra en posición personal delicada para conquistar la alcaldía. Con el 32,61% de los sufragios, el líder del MoDem ha quedado detrás de la candidata socialista Martine Lignères-Cassou (33,37%) y delante del alcalde saliente Yves Urieta (27,8%), apoyado por la UMP a pesar de ser de izquierdas.

La derecha pone la pelota en el tejado del líder centrista. «Es él el que está en situación de pedir y nosotros le escuchamos», declaró el secretario general de la UMP, Patrick Devedjian, abierto a una negociación. Por su parte, el primer ministro, François Fillon, aclaró que «si los responsables del MoDem aceptan apoyar las listas de la mayoría presidencial, naturalmente apoyaremos a los candidatos del MoDem donde estén en condiciones de mantenerse y ser apoyados por nuestra mayoría».

Desde el campo opuesto, François Hollande, primer secretario del Partido Socialista, se negó a sellar una alianza global «con alguien que no la desea y que tiene como único objetivo de victoria la villa de Pau, dirigida por la izquierda desde 1971». Desde su punto de vista, un acuerdo con Bayrou resulta imposible debido a sus ambiciones presidenciales y a su objetivo de ser en 2012 el candidato al Elíseo del antisarkozysmo.

Apuesta de Royal

Sin embargo, Ségolène Royal, aspirante socialista en la presidencial de 2007, preconizó una alianza «por todas partes» con los amigos de Bayrou para «no volver a incurrir en el error» de la pasada primavera, cuando no cuajó el intento de pacto contra Sarkozy. Las divergencias estratégicas entre Hollande y Royal, que también se separaron tras las elecciones, son una de las cuestiones cruciales que se dilucidarán el próximo otoño en el congreso del partido, en el que la Zapatera francesa aspira a suceder a su ex compañero en la secretaría general.

Acostumbrado a que le lluevan las novias entre dos vueltas electorales, Bayrou lleva el móvil encendido, pero ya ha adelantado que no impartirá una consigna general de voto, sino que examinará la situación «ciudad por ciudad, candidato por candidato». Plantada en la calle una noche de mayo último sin que la dejara subir a negociar en secreto a su casa, Ségolène Royal denunció «la gran separación» entre el político reincidente en darle calabazas entre sus críticas al poder gobernante y sus ambiciones electorales.