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TRIUNFO. Rubén Pinar cortó dos orejas y salió a hombros de la plaza. / MIKEL PONCE
VALENCIA FERIA DE FALLAS

Rubén Pinar sale por la puerta grande y reafirma sus buenas expectativas

Parece un contrasentido que una novillada tan fácil para el triunfo, termine siendo un hándicap para algunos novilleros. El ejemplo más claro, el primer espada, Lumbrerita, que se dejó ir el cuarto, el novillo de la tarde. Suele ocurrir cuando las cosas se ven tan aparentemente sencillas. En todo caso, Rubén Pinar acertó en poner esa chispa que no tenía el ganado.

JUAN MIGUEL NÚÑEZ
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Un Rubén Pinar muy puesto, y sobre todo dispuesto, que conoce el oficio, se siente torero en todo lo que hace y pisa esos terrenos comprometidos donde el toro responde. Valor, técnica y sentimiento. Esas van a ser sus armas para afrontar la temporada 2008, que debe ser decisiva para él después de haber encabezado el escalafón de novilleros el año anterior.

Pinar estuvo tan bien, que ni se notó el frío mientras toreó en sus dos novillos. Buenos lances en ambos recibos, con posterior quite por chicuelinas en el primero. Con la muleta anduvo muy suelto y entregado. Mejor su primera faena, sobre todo en el toreo al natural.

El quinto ayudó menos, con el viaje corto y la cara natural, sin humillar lo suficiente, pero otra vez brilló el temple y el ajuste en los muletazos, redondeando una faena de mucha enjundia y entidad. En los dos novillos atacó Pinar con la espada recto como una vela, tumbándolos de sendos estoconazos. Triunfo de puerta grande que reafirma las buenas expectativas de este novillero de Albacete.

Con buen estilo

Juan Luis Rodríguez tampoco se dio mala maña. Aunque le faltó un tramo más a su primera faena, encimista pero con buen estilo. En ocasiones pecó de la distancia corta, no obstante, llevando siempre muy embarcado al novillo. En el último, sin embargo, le faltó unidad. Algunos muletazos sueltos de buen trazo. Lo malo fue el pésimo colofón con los aceros.

A Lumbrerita le vino ancha la novillada. No dijo nada en su flojo primero y quedó en evidencia con el buen cuarto. La única disculpa, el viento. Pero ni así se puede justificar.