Desangelado arranque
Tres novilleros que dejaron buen sabor el curso pasado, pero no pudieron repetir triunfo ni Nazaré, ni Carrero ni El Payo
Actualizado: GuardarLa inauguración de curso en las Ventas fue muy desangelada. Una tarde ventosa, fresca, desapacible. Más gente de lo previsto pero ambiente distante, que sólo se revolvió en trances contados: para protestar las claudicaciones de los novillos de Juan Pérez-Tabernero cuando las hubo, para celebrar sin especial jaleo los contados momentos brillantes de los tres de terna. Los tres habían dejado en Madrid buena impresión en otoño: el sevillano Antonio Nazaré, el madrileño Pedro Carrero, del barrio de Villaverde; el mexicano Octavio García El Payo.No rompió esta vez ninguno de los tres. No lo hizo tampoco ninguno de los toros.
Los hubo buenos: el primero, por ejemplo, de bonito galope, codicioso pero derrotado tras dos puyazos. Corto el viaje y trabajo de Nazaré al hilo del pitón, lo que hizo todavía más difícil la cosa. Y, además, viento, que impedía descararse, variar distancias. Una cogida en un descuido. Sin consecuencias. Si se enganchaba por delante, el novillo se dejaba. Pero sin castigarlo. Faena larguísima. Demasiadas voces. Una estocada. Pases y voces en exceso dejaron marcado el trasteo de Nazaré con el cuarto, coletero, con mucha culata y poco cuello. Torito peleón. Genio en el caballo, pero metió los riñones en la muleta. No viajes fáciles. Un punto brusco el novillo. Faena decidida de Nazaré. Pero abriéndose mucho, fuera de cacho, o en línea, o perdiendo pases. El viento no permitió confiarse del todo. Soltura del novillero de Dos Hermanas, que da la impresión de estar preparado.
Interesante el madrileño Carrero: la manera de posarse, de torear al toque sin violencia. Sello de torero de clase. Su primer novillo enterró los pitones en la arena, y lo acusó. Toro noble, pero de mínimo empuje, sin más celo que el imprescindible. Por abajo lo pasó Carrero, pero por fuera, sin ajuste. Con gusto. El quinto, un torete ensabanado rarísimo en el encaste Atanasio de procedencia de la ganadería, salió badanudo, al trote, apoyándose en las manos. Volteó en banderillas violentamente al peón Ricardo Cendejas sin herirlo, se estrelló contra la boca de un burladero antes de la faena. Anduvo tambaleante, resistió. Suaves las maneras del Carrero, paciente, tranquilo.
El lote complicado se lo llevó entero el mexicano, de Querétaro, Octavio García alias El Payo. Descompuesto y pizca agresivo el tercero de corrida, remangado de cuerna, muy astifino, algo incierto, rebrincado. En los medios y con pase cambiado a la distancia por la espalda abrió El Payo, que, a merced del viento, hubo de cerrarse al tercio o rayas después. Intentos de torear con pureza. Largo trasteo que ganó metraje pero no hondura. Un aviso antes de haber pensado siquiera en igualar. Una estocada, siete descabellos. Cayó un segundo aviso justiciero. El sexto, otro ensabanado o cárdeno muy claro, fue toro brutote, rebotado, topador, de revolverse pegajoso y no meter en serio la cara nunca. Unos estatuarios templados, solemnes de El Payo. Intento de torear sacando los brazos, y de aguante. No se prestó el toro, a su aire, con estilo de manso.