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EL Comentario | Sin olvidarse de Hitler

Fue el más grande edificio encargado por Hitler. Aunque nunca acabó de ser construido, el Palacio de Congresos formaba parte de toda la zona de Nuremberg donde el nazismo celebró sus encuentros más espectaculares, filmados soberbiamente por Leni Riefensthal, la cineasta de la épica nazi. El edificio se ha mantenido en ruinas durante años, como recordatorio del horror del Tercer Reich y ahora va a convertirse en sala de conciertos. Acertadamente, ha sido inaugurada con un programa de música judía. Iba a alojar los congresos del partido nazi, algo inmenso. En el centro estaría el podio para el Führer. Han transcurrido seis décadas desde que el fin de la guerra mundial dejase Europa -y Alemania- partidas por la mitad.

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Con una previsión de 80.000 plazas y dos veces más grande que el Coliseo de Roma, ese palacio de congresos fue obra inacabada de uno de los arquitectos del nazismo, Ludwig Ruff. Murió en 1934 encargando a su hijo Ludwig que terminase la obra. Pero en realidad, toda la zona para los desfiles nazis en Nuremberg había sido concebida por Albert Speer, el arquitecto predilecto de Hitler. De hecho, existen indicios de una atracción homosexual de Hitler hacia Speer. El arquitecto finalmente traicionó a su líder. Pasó por los juicios de Nuremberg, fue uno de los presos de Spandau y, al salir, escribió varios libros de éxito y reemprendió su carrera como arquitecto. Su hijo ha diseñado algunos de los grandes edificios de la China olímpica.

Cuando uno oye decir de algún personaje actual que es como Hitler o definir una situación del presente como totalitaria hay como para preguntarse si no estaremos confundiendo el lenguaje. De aparecer -desafortunadamente- un Hitler de verdad o una amenaza totalitaria esas palabras ya no significarán nada. Lo saben bien los alemanes y por eso es significativa la reconversión de las ruinas del palacio de congresos de Nuremberg en sala de conciertos.

Ni el escandaloso fraude de los falsos diarios de Hitler ha reducido el caudal de libros y documentales sobre la peor experiencia de Alemania y Europa. Acaba de aparecer en España el libro de Joachim Fest con sus conversaciones con Albert Speer, ese sujeto huidizo que mandó tanto como nadie en los años del poder hitleriano. Fest fue también el autor de El hundimiento, llevada al cine de forma muy efectiva, con el actor Bruno Ganz en una escalofriante interpretación de Hitler. Fest es uno de los mejores biógrafos de Hitler.

Tantos años después, todo lo que tuviera relación con Hitler sigue generando polémicas. La más reciente ha sido la propuesta de recuperar la Cruz de Hierro, una condecoración militar que de hecho existe desde el siglo XIX pero que en gran manera forma parte de la iconografía nazi. También hubo polémica al inaugurarse un hotel en la montaña en la que Hitler pasaba sus vacaciones con Eva Braun y su corte. En estos últimos años, como dice la fórmula, la república alemana ha pasado de ejercer una política de culpa a asumir una política de la responsabilidad pero todavía no osa asumir funciones de naturaleza militar en operaciones de la OTAN o de la Unión Europea. La sombra de Hitler mengua pero no se extingue del todo. Para todos es mejor así: nunca olvidarse de Hitler.