Vuelta de Hoja | Los interesados
No es del todo cierto el lema olímpico, plagiado por el Barón de Cubertin al arzobispo de Filadelfia, que asegura rotundamente que «lo importante es participar». Lo que sucede es que si no se participa no hay forma de ganar, que es lo que de verdad importa. Ignoro mientras escribo qué partido ha resultado vencedor, aunque, como dijo mi tío carnal electo Manolo Machado, «lleno estoy de sospechas de verdades». De lo que sí tengo una pista es del número de compatriotas que ha opinado sobre los inmediatos destinos de su patria.
Actualizado:Quede claro que a mi la abstención me parece una postura legítima. A veces requiere reflexiones tan profundas que obligan a hacer submarinismo en las letrinas. ¿Por qué tener que elegir entre cosas que nos desagradan? Que una de ellas nos parezca la menos peor no es argumento suficiente para escogerla. Espero que este problema moral afecte sólo a una minoría. Lo normal es que los que no votan sea porque les trae sin cuidado. Se abstienen no sólo los escépticos, sino los metecos voluntarios.
Si flaquea periódicamente el derecho, que no la obligación, a emitir el voto, no deja de ser asombroso que crezcan las vocaciones políticas. Va a llegar un momento en el que haya más jefes que indios. Proliferan los que se sienten capacitados para organizar la convivencia mientras escasean los que sólo aspiran a que les dejen convivir en paz. La política es una profesión dura y, si se ejerce con honestidad, mal pagada. La envidias entre correligionarios arrumban a quienes teniendo más valía tienen menos tiempo para dedicarlo a la intriga. Viene un viento distinto y se lleva a otro lugar a personas que se han dejado allí los mejores y más escoltados años de sus vidas, Algunos tienen que volver a sus antiguas profesiones. Incluso a las que no tenían anteriormente.