BANDA. Los músicos y el público del Villamarta al fondo. / J.C.C.
Jerez

El sonido del pregón

Ni el Himno Nacional. No sonó bien ni siquiera el himno. Es una lástima que año tras año, la crítica se cierre sobre la Banda Municipal sin que nadie haga absolutamente nada por remediarlo. Eligió el pregonero Amarguras, el himno oficioso de la Semana Santa, para abrir boca, y la verdad es que sonó acelerada, sin compás, y con estridencias en alguno de los agudos. Una marcha que debería estar más que trillada por cualquier banda que se precie, pero por desgracia no fue así ayer.

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De segundo plato, y ya con el telón arriba, el sacerdote Jesús Fernández de la Puebla Viso eligió una bella composición que por mucho que pasen los años, no dejará de ser una de las favoritas del público. Esperanza Macarena volvió a sonar sin fuerza en el teatro, generando unos tibios aplausos de un público que poco a poco se está acostumbrando a este bajo nivel.

Tras la brillante presentación del pregonero, llegaba uno de los platos fuertes del acto, la marcha que el compositor Paco Cepero le dedicara a la Amargura de Jerez, Salve Madre Amargura. En la misma línea de las anteriores, aunque elevó el tono en esta composición, los músicos de la banda no lograron conectar con el respetable, ni ensalzar los acordes de una marcha que a buen seguro sonará este Miércoles Santo tras la dolorosa de la calle Medina.

Así que, puestos a elegir, ya que ni el himno final sonó acertado, nos quedamos con el sonido de la voz nerviosa del padre Jesús, que se atrevió a empezar y terminar el pregón con la sorpresa de su voz entonando unas plegarias a la Virgen. Para empezar, a Nuestra Señora de la Merced, y para finalizar, a la Cabeza. Dos devociones que el pregonero lleva en el corazón.