Dos tiros al poste
España cierra la última jornada del Mundial con los cuartos puestos de Mayte y Beitia, y el quinto de Montaner
Actualizado: GuardarDe las siete opciones sólo cuajó una. España pasó de puntillas por su Mundial. Una medalla y ocho finalistas. Aunque aún fue más cruel: Arturo Casado se fue tercero del Luis Puig y por la noche durmió cuarto. José María Odriozola hizo un balance más optimista y calificó la actuación española con un generoso notable alto. El presidente de la federación, además, aseguró que mucha gente le había felicitado por la organización del Mundial de Valencia. El caso es que Juan Carlos Higuero fue el único que subió al podio.
Si el final de la segunda jornada fue efervescente, con el fugaz éxito en los 1.500, la de clausura apagó la excitación. Dos de las grandes abanderadas del atletismo femenino español dispararon al cuarto puesto. Medalla de chocolate, como le gusta decir a los atletas, para Ruth Beitia y Mayte Martínez. Concha Montaner también estaba en las quinielas, pero terminó quinta.
Ruth Beitia fue la que anduvo más cerca de sacar a pasear la bandera. La saltadora de altura realizó un concurso impecable. Sin un nulo. Todas las alturas a la primera. Hasta que llegaron los dos metros, la frontera que sólo traspasan las grandes. La santanderina hace tiempo que logró esa marca, en 2003, pero hay algo de psicológico en esa altura. Nunca la ha superado en un Mundial o en un Europeo. Y ahí fue donde se dejó la medalla. Beitia no pudo con los 2,01. Aunque aún había una esperanza, que Vita Palamar también derribaba el listón en el tercer intento. La española contempló el salto sentada en la curva del anillo. La ucraniana progresó. Beitia reaccionó con aplausos hacia su rival. «Este es un deporte en el que se respeta mucho a la gente y a mí me gusta actuar con deportividad», recordó.
Buena trayectoria
Ramón Torralbo, zorro plateado, sabe del enorme potencial que aún queda por desarrollar en su alumna. No hay más que ver como corre antes de la batida: más rápida, más convencida. Pero ahora falta completar la ecuación. Que esa rapidez enganche bien con el salto y, una vez en el aire, arquear más el cuerpo encima del listón. «Si mejor eso», augura Beitia.
El cuarto puesto ponía fin a tres inviernos con premio: plata en el Europeo de Madrid y bronce en el Mundial de Moscú y el Europeo de Birmingham. Beitia prefirió ver el desenlace de la final. Palamar, con ese récord nacional, terminaba tercera; la rusa Elena Slesarenko, también con 2,01, segunda. Y en otra órbita, Blanka Vlasic. La croata fue la única que voló por encima de 2,03. Se quedó sola y aprovechó para tantear el récord del mundo (2,08) de la sueca Kajsa Bergqvist, recién retirada. Vlasic, con todo el público para ella, a la espera de que esa prueba cerrara el Mundial, no pudo con los 2,09.
Las respuestas de los deportistas muchas veces descubren su currículo. Mayte Martínez estaba tristona, infeliz por haber salido del vibrante Palau Luis Puig, volcado con la mediofondista, sin una medalla.
Concha Montaner lucía su mejor sonrisa, radiante por haber tenido la fortuna de disputar un Mundial en casa. Se llevaron dos puestos honrosos -cuarta la vallisoletana en 800 y quinta la valenciana en longitud-, pero no tocaron pelo. Mayte lo tuvo a su alcance; Concha no. La final de 800 se la llevó una atleta sin palmarés, la australiana Tamsyn Lewis; la de longitud, la mejor saltadora del momento, Naide Gomes.
Mayte Martínez venía a Valencia con una medalla de bronce bajo el brazo, la que logró el pasado verano en Osaka, en el Mundial al aire libre, con las mejores especia. La teoría anunciaba que había dos patronas: la pluricampeona María Mutola y Tetiana Petlyuk. El bronce estaba en el aire y cuando eso ocurre suele acabar en Pucela. Pero nadie quiso las riendas. Se las pasaron de mano en mano. Y cuando se dieron cuenta la carrera se proyectó por encima de los dos minutos.
El orden final fue el previsto salvo una excepción. Lewis, invitada por sus rivales a una recta final en la que nunca debería haber estado a su altura, las aniquiló a todas. La australiana no es nadie en el concierto internacional. No hay medallas, ni puestos dignos. Sus éxitos hay que buscarlos en el ámbito de la Commonwealth. Pero viene del 400 y con una marca demoledora para las mediofondistas (51.71). Lewis (2:02.57) superó a Petlyuk, plata, y a Mutola, que con ese bronce sumaba su novena medalla en unos Mundiales en sala, donde acumula siete títulos.
Mayte, que ya acumula medallas de todo tipo, dejó pasar un tren. Un título de campeona del mundo delante suyo. Pero se escapó. Odriozola, que había pedido entregar las medallas de esa prueba, que veía a la brava mediofondista como favorita, regaló el privilegio de pasar por el podio.
Concha Montaner, durante la final de longitud, sólo estuvo en el podio de forma virtual. La saltadora llegó a la cuarta ronda en tercera posición. Pero las tres favoritas no tardaron en dejarla a un mundo. Y en este trío, Naide Gomes demostró que tenía respuesta para todas. Irina Simagina logró unos 6,88 insuficientes y Maurren Higa Maggi volvió a batir el récord de Sudamérica con 6,89. Pero la portuguesa parece no sufrir cuando la aprietan. Al contrario, se crece. Así lo demostró con su penúltimo salto, cuando llegó a los siete metros.
La valenciana concluyó quinta (6,57), muy lejos de las medallas. Esta atleta, que rompió su maldición hace un año, plata europea en Birmignham, se ha asentado, en la élite. En la final le falló la batida y la caída. Jerónimo Schwab, su preparador, se ha propuesto que el despegue sea menos elevado, pero más profundo. Y en ello están. Montaner se marchó contenta. No todos los atletas tienen la suerte de poder competir a 10 kilómetros de casa, de levantar la vista y ver a la familia, a los amigos. «Es la competición de mi vida en la que más he disfrutado; me lo he pasado fenomenal», concluyó.