Cultura

Cuatro jóvenes pintores rescatan el espíritu del contestatario Grupo de Cuenca

En la década de los sesenta, un colectivo de artistas encabezado por Fernando Zóbel crearon un movimiento artístico -el llamado Grupo de Cuenca- que revolucionó los presupuestos del arte. Eran entonces muy jóvenes, un poco locos y apostaron su vida a una sola carta: la pintura. Hambre no pasaron, pero el dinero tampoco les sobró. Al día de hoy cualquiera de los cuadros de Zóbel, Gerardo Rueda, Manuel Millares, Gustavo Torner, Antonio Saura o José Guerrero cuesta un riñón.

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Cincuenta años después de aquella aventura, otro grupo de artistas díscolos y rompedores ha cogido el testigo. Son cuatro, con casa en Cuenca, y, aunque formalmente no se parecen en nada a sus predecesores, les une la misma pasión: pintar. «Sin pinceles mi vida no tendría sentido», afirma tajante Gonzalo R. Cao (Estribela, Pontevedra, 1956), padre de un cuarteto que completa Pablo Valle (Barcelona, 1979), Miguel Ángel Barba (Ciudad Real, 1976) y Juan Miguel Redondo, Juanmi (Manzanares, Ciudad Real, 1979). «A mí Zóbel no me gusta nada, me parece muy blandito, pero me entusiasman las fotografías que hizo de Cuenca y que luego se recogieron en un libro», dice un artista que se define a sí mismo como «sucio, decidido y más testarudo que una mula parda».

Los cuatro exponen hasta el 25 de mayo una selección de sus trabajos en la galería Rafael Pérez Hernando.