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Una segunda oportunidad

Tras casi dos décadas trabajando por cuenta ajena, un despido la dejó en la calle y tuvo que recurrir a una empresa propia para continuar adelante

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Toda su vida adulta (18 años) trabajando en un taller de artes gráficas y la empresa para la que trabaja decide de pronto que tiene que crecer, que tiene que expandirse y «supongo que era el momento de soltar lastre... o eso creían ellos». María del Carmen la Torre tenía más de 40 años cuando se quedó en el paro. Mujer, con una experiencia profesional muy específica (como era la suya), con ganas de seguir siendo útil a la sociedad y «sin nadie que me ayudara». Así se encontró de repente. Para ella, esas políticas que hablan de integración laboral del mercado femenino suenan a ciencia ficción. «O a cachondeo. Al final me he tenido que buscar la vida yo solita».

Ahora tiene 49 años. Desde hace poco más de uno lleva la administración, las relaciones públicas, la fiscalidad y todo lo que haga falta (su socio es la imagen y la firma de la compañía) de Serli-Intex SLNE. Las cuatro siglas finales significan «sociedad limitada nueva empresa», y en su explicación se encuentra uno de los pocos apoyos que María del Carmen encontró en su camino.

«Cuando digo que nadie me ha ayudado, me refiero a la Administración, sea del color o del lugar que sea», explica. Porque esta pequeña empresa de limpieza contó con el bastón del llamado punto de asesoramiento e inicio de tramitación de la Confederación de Empresarios de Cádiz. «Gracias a ellos me olvidé del papeleo y prácticamente se ocuparon de todo. Sólo me tuve que preocupar de ir al notario en la fecha que me dijeron», reconoce. Tras lo que añade: «Mi marido, que tiene más de 50 años, es ingeniero y a quien también echaron para meter a sangre joven en su empresa y así ahorrar en salarios, también montará en breve su propio negocio y lo hará a través de la sociedad nueva empresa y a través de la CEC».

Sin embargo, y pese a que antes de embarcarse en el mundo de sus propios negocios peregrinó de curso en curso de administración para captar la mayor formación posible, María del Carmen se ha topado ahora con los problemas de la economía real.

Su empresa se dedica a limpieza interior y exterior de edificios. «No se puede imaginar nadie la economía sumergida que hay en esta provincia», asegura. Más aún en un sector como el suyo, «donde una señora puede trabajar ocho horas al día y sólo cotizar una a la Seguridad Social». Curiosamente, una de las debilidades del negocio es del mismo modo una de sus fortalezas: «Hay muchas comunidades de vecinos que cuando se enteran que tienen a limpiadoras en situación de ilegalidad se buscan a una empresa en regla, porque si sucede cualquier cosa los problemas son para ellos», señala María del Carmen.

Asimismo, la posibilidad de encontrar mano de obra dispuesta a cobrar un poco menos a cambio de cotizar al sistema crece a la medida que las trabajadoras tienen más edad. María del Carmen afirma que «a los jóvenes no les importa no cotizar si con eso ganan más, pero las mujeres de mediana edad están más concienciadas porque saben que de eso depende lo que cobren del paro o lo que reciban por la jubilación».

Aun así, lo cierto es que resulta complicado luchar contra las costumbres. «Sólo hablo de limpieza porque es lo que conozco de primera mano, pero la economía sumergida es otro de los males de esta provincia», apunta María del Carmen. Como lo es también «la poca ayuda que da la Administración a la gente que tiene ideas». No en vano, esta empresaria gaditana (que nació, creció y aún vive en la misma zona, en la Barriada España) opina que «en esta tierra hay muchas y buenas ideas». En el año y unos días que lleva como empresaria ya ha demostrado que las ganas y una buena cabeza dan sus resultados: la facturación se ha duplicado y en breve espera abrir por fin un local que sirva de almacén.

amedina@lavozdigital.es