ESTRELLA. Un gol de Emilio Viqueira al filo del descanso dio la victoria a los azulinos. / TAMARA SÁNCHEZ
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Esperanzadora chistera

Un gol de falta directa de 'El Mago' Viqueira devolvió las ilusiones de permanencia al xerecismo. Los azulinos realizaron un buen partido, pero continúan en el último puesto de la tabla

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Nada por aquí, nada por allá... y golazo de Emilio Viqueira. El gallego tiró de magia para devolver la esperanza. Tuvo que aparecer El Mago -que ya era hora- para traer la ilusión a un equipo, a una afición, a una ciudad que ya daba por muerto al Xerez Deportivo. Lo daban porque de hecho sigue buscando desesperadamente oxígeno desde lo más profundo del pozo.

La de ayer no era una tarde fácil. Todo lo contrario. Se trataba de una de esas finales entre dos equipos acorralados, con diferentes objetivos, pero con muy poco espacio entre la espada y la pared. Algo que se comprobó durante los noventa y cinco minutos de juego. No importaba que uno ganara y otro perdiera, las piernas temblaban por igual tanto para atacar como para defender. Mucho más corazón que cabeza, mucha más garra que técnica en unos jugadores a los que ya les pesa el temor de las notas de fin de curso. Y es que los exámenes finales ya han arrancado para todos. El Xerez se ve ahora obligado a estudiar todo lo que ha dejado para el último día durante el curso, pero por suerte para el xerecismo ayer contó con ventaja. Los azulinos jugaron con un mago en sus filas. Uno de esos ilusionistas del balón que deciden un encuentro. Emilio Viqueira ha tardado en aparecer, pero al gallego sí se le esperaba. Además, los azulinos le aguardaban con los brazos abiertos precisamente para ver cómo un solo zapatazo mágico puede hacer aparecer tres puntos de golpe y porrazo.

Lucha

La justicia también debe hacer recordar que no sólo del tanto de Viqueira vivió el Deportivo en la tarde de ayer, pues se tuvo que trabajar mucho, sufrir en cantidades industriales para lograr que el Celta no robara ningún punto de Chapín. Ayer sí, el equipo se dejó los pulmones sobre el campo. Impulsados por el premio de la victoria, los de Esteban pelearon todo lo peleable para lograr romper la racha de cinco derrotas consecutivas. El entrenador malagueño estrenó su casillero de victorias, y lo hizo dándole algunas pinceladas a la que viene siendo su creación. El 4-1-4-1 continuó pintado en el tapete de juego, pero el sistema de Esteban tiene mucha más contundencia con una pareja de centrales medianamente segura y con un enorme Samuel. El asturiano ha encajado a la perfección en el puesto de avanzadilla defensiva. Ya en San Sebastián apuntó una gran comodidad en esa posición, y ante el Celta dio un auténtico recital en la zona ancha.

Por delante de él apareció Abel Aguilar. El colombiano dejó a Francis en el banquillo, pero ni mucho menos se ganó el puesto por más que Esteban pueda darle continuidad. Abel estuvo desesperantemente lento en la arrancada, torpón con el cuero en los pies y bastante irregular en el pase. De hecho, nunca hizo conexión con un Antoñito muy marcado por Rubén y por Lequi. El sevillano estuvo a punto de tener su primera ocasión de gol antes del minuto diez, pero su puntera no llegó a contactar con un buen centro de Momo. Diez minutos después Antoñito sí la enganchó de pleno en una volea dentro del área chica que supero el travesaño por alto.

Eran minutos en los que el Xerez estaba muy enchufado en el partido, en los que llegaba, rondaba el área de Esteban con peligro, en los que controlaba el partido casi sin recordar el potencial de un recién descendido apestado de calidad como el Celta. Okkas refrescó la mente con una diabólica jugada en las narices de Aythami. El centro del chipriota fue inexplicablemente desaprovechado por Perera casi en línea de gol. López Caro se aflojaba la corbata en el banquillo como intuyendo que no tendría muchas más como ésa.

La chistera del mago

A los pocos minutos se abrió el telón. Apareció un mago en calzonas y un balón en la frontal del área. Justo cuando se iba a bajar la cortina -prácticamente el crono llegaba al cuarenta y cinco-, José Emilio Viqueira, El Mago, hizo que la esperanza de todo el xerecismo reviviera.

El gallego la hizo reaparecer y todo el equipo logró que se quedara en una segunda parte de mucho sufrimiento. Tras el descanso el equipo retrasó líneas muy pronto. Por más que Esteban apuntara al impulso de los gallegos como argumento para explicar todos y cada unos de los metros que los azulinos regalaron durante la segunda parte, fue el propio conjunto xerecista el que inició la segunda parte con el chip de la mentalidad defensiva. El Deportivo estaba retrasado, pero a la vez formando un bloque compacto, en el que las coberturas estaban a la orden del día. La idea no era otra que la de salir a la contra en cuanto se robara. De hecho, se apoderaron de muchos balones que se proyectaban en clarísimas contras, y sólo la falta de velocidad de los atacantes que había sobre el campo frenaba su éxito. Por ello, el banquillo tiró de Carlos Calvo.

El madrileño gozó de la mejor ocasión de la segunda parte, pero su lanzamiento se marchó cruzando junto a la cepa del palo.

Estos arreones desquiciaban a un Celta que no concedía ni agua -olvidaron el juego limpio y ni tan siquiera devolvían la bola cuando había algún lesionado-. La pérdida de papeles celeste se tradujo en dos entradas asesinas que el colegiado castigó con dos cartulinas rojas directas. Aún así, se sufrió trágicamente hasta el noventa y cinco.

Tras el triple pitido final comenzaron los cálculos, pero la magia dejaba en un segundo plano el farolillo rojo. Y es que los resultados de la jornada no favorecieron demasiado y el Xerez continuaba último en la tabla de Segunda. De cualquier manera, se viajará a Tarragona con una ánimo totalmente diferente.

sgalvan@lavozdigital.es